Índices Mensuales de Actividad Económica Interna
IMACEI-CENDA
actualizados mensualmente en base principal de catorce millones de registros de afiliados a los sistemas de pensiones
actualizados mensualmente en base principal de catorce millones de registros de afiliados a los sistemas de pensiones
Rentabilidad Real de los fondos de Pensiones, Ciclo secular economías desarrolladas y "Súper ciclo" economías emergentes, Variación diaria fondo de pensiones desde inicio del sistema en 1981, Índices bursátiles CENDA , Precios del cobre y oro ,
Índices Mensuales Actividad Económica IMACEI-CENDA, Rentas y tributación minera CODELCO vs. privadas, Exportaciones chilenas de litio
Este informe está basado en las estadísticas mensuales de los sistemas de pensiones que constituyen, por una parte, en un censo mensual de las trabajadoras y trabajadores del país, identificados con RUT, nombre y apellido, y por otra en un censo mensual de empleadores y ocupaciones que ofrecen.
Son quince millones de personas que representan casi toda la población de Chile mayor de 16 años y a la totalidad de la misma en las edades de mayor actividad laboral. Tres millones, dos tercios de ellas mujeres, están jubilados, la mitad por AFP. Sobreviven con pensiones muy bajas cuya proporción con los salarios imponibles se reduce mes a mes.
Casi doce millones son afiliados AFP activos, poco menos de la mitad mujeres. Crecen en un cuarto de millón por año, descontados los jubilados por vejez o enfermedad y fallecidos. Son contratados y despedidos constantemente de siete millones de ocupaciones asalariadas, formales pero precarias. En el intertanto trabajan por su cuenta o están cesantes, pero a la vuelta de unos años casi todos han cotizado como asalariados. Dichos empleos asalariados crecen aún más rápido que los afiliados activos, especialmente los ocupados por mujeres.
Son superexplotados, con jornadas extensas y agotadoras, y salarios insuficientes que por añadidura son recortados en una tercera parte, con cotizaciones previsionales que en su mayor parte se transfieren a perpetuidad a grandes grupos empresariales, cobros educacionales e intereses usurarios de tarjetas u créditos de consumo. Parte significativa de las cotizaciones de salud de los salarios más elevados terminan asimismo en ISAPRE.
Las pensiones son financiadas íntegramente con impuestos corrientes, los que incluyen una parte menor de las cotizaciones que el sistema de AFP destina a este fin.
CENDA se complace en presentar sus Índices Mensuales de Actividad Económica Interna, IMACEI, correspondientes a abril de 2025, actualizados con las contribuciones previsionales de febrero de 2025, recién publicadas por la Superintendencia de Pensiones (SP). Estas constituyen un censo de las nóminas de pago de todas las empresas y personas empleadoras del país.
Comprueban que el promedio móvil de 12 meses de contribuciones previsionales al día, es decir por remuneraciones devengadas el mes precedente, las que constituyen cerca del 90 por ciento del total, sigue recuperándose, aunque a un ritmo decreciente, de la peor racha de caída del empleo en registro. En febrero de 2025, el promedio móvil de 12 meses de cotizaciones al día, es decir, por remuneraciones devengadas el mes anterior, que son cerca del 90 por ciento del total, recupera poco más de 4 mi ocupaciones respecto del mes precedente, las que se suman las seis mil recuperadas en noviembre y ocho mil recuperadas en diciembre.
Este indicador se recupera así de las 21 caídas mensuales consecutivas que experimentó desde que la rápida recuperación del COVID se frenó en enero de 2023 y cayó hasta septiembre de 2024, la recesión más prolongada desde el fin de la dictadura. Aún así, este indicador se mantiene por debajo de los seis millones, acumula 27 mil ocupaciones perdidas en 12 meses y 135 mil desde que se inició la caída en enero de 2023.
Los registros de contribuciones a la seguridad social son la mejor medida del empleo, y uno de los mejores indicadores de actividad económica, puesto que se basa en un censo de 7 millones de nóminas de pago de los empleadores de todo el país, equivale al “payroll” estadounidense.
Esta recesión del empleo, que se extendió a lo largo de 21 meses desde enero de 2023 a septiembre de 2024, es la más prolongada de las últimas décadas, superando ampliamente las iniciadas en agosto de 1998, agosto de 2002, marzo de 2009 y marzo de 2020. A diferencia de las anteriores, las que se originaron en las crisis “Asiática”, “Punto com”, “Subprime” y “COVID”, respectivamente, esta se origina exclusivamente en las políticas exageradamente contractivas de la autoridad monetaria y fiscal, chilenas. La reciente decisión del BC mantiene una política monetaria restrictiva, y el Ministro de Hacienda ha sugerido recortes adicionales del gasto público.
IMACEI-CENDA constata también importantes pérdidas en los valores de la cuota y el fondo AFP publicados diariamente por la SP. Durante la presente década, las pérdidas de cuota y fondo, originadas en la fuerte depreciación del peso respecto del dólar y de éste respecto del oro —mil dólares no alcanzan a comprar hoy un tercio de onza del metal, su mínimo histórico—, sumadas a caídas de activos financieros nacionales e internacionales, han contraído el valor real de la cuota, del fondo y sus ganancias brutas, al nivel que tenían en la víspera de la crisis subprime, en julio de 2007, si el valor actual de la cuota del fondo AFP se mide en dólares corregidos por inflación. Si se mide en oro, su valor ha retrocedido al que tenía a inicios de los años 1990.
Las ganancias brutas acumuladas por el fondo AFP desde su creación y hasta febrero de 2025, se han contraído hasta oscilar alrededor de cien mil millones de dólares. Desde su máximo alcanzado en enero de 2021 las pérdidas han alcanzado hasta los 80 mil millones de dólares, en octubre de 2022, nuevamente en octubre de 2023, y en abril de 2025 nuevamente se acercan a esa cifra. Dicho monto representa cerca de un 40 por ciento de su valor máximo y su orden de magnitud es el doble de los retiros.
De este modo, las ganancias brutas del fondo, que ya descuentan suculentas “comisiones fantasmas” pagadas a gestores bursátiles, apenas cubren las comisiones y primas netas cobradas por el sistema AFP por su gestión, reduciendo la ganancia neta del fondo AFP a una cifra cercana y en ocasiones menor que cero.
El fondo AFP ha arrojado así pérdidas netas en varias ocasiones, incluida toda la década de 1980, unos meses durante la crisis asiática de fines de los años 1990, los cuatro primeros años del presente siglo durante la crisis “puntocom”, unos meses durante las crisis “subprime” y “COVID”, y nuevamente en octubre de 2022 y 2023, recién pasados. Al momento de publicarse el presente informe, mediados de abril de 2025, Las ganancias netas del fondo acumuladas desde su creación, nuevamente son cercanas a cero.
En febrero de 2025, fecha de la última actualización de cotizaciones publicadas por la SP, las ganancias netas del sistema AFP se habían reducido al equivalente de cerca de 6 por ciento del fondo de pensiones, que alcanzaba entonces 192 mil millones de dólares. Calculada en esa moneda la tasa interna de retorno, TIR, de los aportes netos de afiliados y fisco al sistema AFP desde su creación, alcanzaba en ese momento a un 0,27 por ciento anual. Calculada en UF la TIR sube a 1,76 por ciento y si se agregan al cálculo las reservas técnicas de las pensiones vitalicias adeudadas por compañías de seguros, la TIR sube alrededor de un punto porcentual. Suponiendo en ambos casos que se recuperan la totalidad del fondo AFP y las reservas técnicas.
IMACEI-CENDA constata que la sostenida alza de salarios reales compensa la sucesiva caída en el empleo experimentada desde enero de 2023, resultando en un incremento de la masa salarial imponible y la recaudación de contribuciones previsionales en ese período. Éstas descuentan cerca de un 13 por ciento de los salarios imponibles y superan los 300 mil millones de dólares desde 1981 hasta febrero de 2025, incluyendo cerca de 14 mil millones en los últimos 12 meses, que equivalen a cerca de un quinto (18,9%) de la recaudación tributaria total del fisco y a un 4,5 por ciento del PIB, en ese período.
Si se destinan directamente a pagar pensiones sobre la marcha, como hacen todos los países, las contribuciones previsionales actuales permiten financiar más de dos veces el costo total de las pensiones pagadas por el sistema AFP en su conjunto, sin subsidio fiscal alguno ni subir su tasa actual. En cambio, cerca del 84 por ciento de las mismas es desviado, a pagar comisiones y primas cobradas por sus gestores, y al ahorro forzoso en el mercado de capitales.
Dicha gigantesca y regresiva “atípica transferencia forzosa el sector privado”, como la califica el reciente informe tributario de la OCDE, se ha destinado principalmente a financiar negocios de grandes empresarios nacionales y extranjeros. Especialmente los de cuatro reconocidos grupos nacionales que controlan el sistema AFP a partir de las compañías de seguros relacionadas con el negocio.
Tras pagar las onerosas comisiones de administración cobradas por AFP y traspasar a compañías de seguros las primas de invalidez y sobrevivencia, la mayor parte de las contribuciones previsionales son registradas en el fondo AFP, desde donde cerca de la mitad se traspasa a su vez y de inmediato a las compañías de seguros como “primas únicas” y comisiones de nuevas rentas vitalicias y primas de invalidez y sobrevivencia (SIS). De este modo, cerca de la mitad de la recaudación total es embolsada de inmediato y en propiedad plena a las compañías de seguros relacionadas con el negocio. La mitad de estas primas brutas son a su vez apropiadas por las aseguradoras que pertenecen a los cuatro grupos referidos. Dos aseguradoras extranjeras reciben asimismo parte significativa de estas transferencias.
Con menos de la mitad del enorme flujo de primas brutas que reciben cada mes, que en los últimos alcanza un nivel elevado por la recuperación en el número de nuevas rentas vitalicias gracias al aporte de la PGU a las mismas, las compañías de seguros pagan las que corresponden a ese mes de estas y todas las contratadas con anterioridad.
Parte del saldo de primas brutas del mes es registrado en sus balances como activos denominados “reservas técnicas” de las pensiones que adeudan hacia el futuro. Junto con el fondo AFP, ambos fondos constituyen el aporte de salarios y subsidios fiscales al mercado de capitales. Según el Banco Central, financian lel 70 por ciento del crédito de las empresas que operan en el país y 10 por ciento del que prestan los bancos, así como el 20 por ciento del patrimonio bursátil de las que se transan en la bolsa chilena. Por cierto, otras empresas pertenecientes a los dueños de estas compañías de seguros, figuran entre las mayores receptoras de inversiones, tanto de las “reservas técnicas” de las mismas, como también de las inversiones del fondo AFP en el país.
Sólo menos de un sexto de las contribuciones previsionales recaudadas fue destinado a financiar el modesto aporte del sistema AFP a las pensiones de personas afiliadas. Cerca de dos tercios de estas fueron financiadas por subsidios monetarios directos, bonos de reconocimiento y PGU. Estos nuevamente crecieron significativamente, cerca de 3 por ciento, hasta superar los 4 mil millones de dólares en los últimos 12 meses, cubriendo el 62,1 por ciento del costo total de las pensiones AFP en ese período.
El total acumulado de subsidios directos a las pensiones AFP desde la creación del sistema en 1981, supera así los 76 mil millones de dólares en moneda de hoy, los que el fisco ha financiado contrayendo una deuda de monto similar con el fondo AFP y las reservas técnicas de las compañías de seguros, la cual según el Banco Central representa alrededor de dos tercios de la deuda fiscal total.
Es decir, el fisco chileno incurre en la irracionalidad de endeudarse para financiar pensiones pagadas por el sistema AFP, mismo al cual desvía el 84 por ciento de las cotizaciones obligatorias recaudadas.
Sumados estos subsidios al gasto fiscal en pensiones públicas, el gasto previsional del Estado absorbe más de un quinto (21,5%) de los ingresos fiscales totales y cubre cerca del 87 por ciento del gasto nacional en pensiones.
De este modo, en los últimos 12 meses a febrero de 2025, los afiliados y el fisco aportaron al sistema AFP más de 11 mil millones de dólares de excedente corriente neto, calculado como la suma de contribuciones salariales y subsidios aportados al mismo, menos las pensiones pagadas por éste.
El mismo resultado se obtiene de restar de las cotizaciones recaudadas, el aporte “autofinanciado” por el sistema AFP a las pensiones que paga. Este último equivale aproximadamente a un tercio del costo total de estas pensiones, dos tercios del cual son subsidiados por el fisco, y se financia con un sexto (16%) de las cotizaciones recaudadas. De este modo, cinco sextos (84%) de las cotizaciones recaudadas se desvían al ahorro forzoso.
Así ha venido sucediendo cada mes y cada año desde la creación de este sistema en 1981. A febrero de 2025 el monto de dicho excedente corriente neto aportado por los afiliados y el fisco al sistema AFP acumula más de 250 mil millones de dólares. Dicho excedente cubre con creces el valor total del fondo AFP y la mayor parte de los demás beneficios netos retirados por los afiliados, incluidos los retiros autorizados por el Parlamento en 2020 y 2021, únicos años en que el sistema AFP restituye a las personas afiliadas más dinero del que ellas y el fisco aportaron al sistema.
Dicho gigantesco excedente es asimismo la medida precisa del déficit fiscal que ha representado el desvío del grueso de las contribuciones a la seguridad social al ahorro forzoso en el mercado de capitales, agravado por la gestión privada del mismo. En efecto, sin este desvío, el excedente acumulado sería excedente fiscal neto, tras recaudar el fisco las mismas contribuciones y pagar las mismas pensiones.
La reciente reforma mal llamada “de pensiones”, que CENDA ha calificado como un atentado al pueblo trabajador, en lugar de acabar con las AFP cómo prometió el actual gobierno, en el curso de la tramitación de este proyecto estas han multiplicado su valor bursátil entre tres y 8,3 ¡veces! El patrimonio de sus accionistas ha subido así en más de tres mil millones de dólares, cifra equivalente a la mitad del costo total de las pensiones pagadas por el sistema, al tiempo que su promedio ha bajado mes tras mes, a pesar del incremento incesante de subsidios fiscales que cubren dos tercios del costo de las mismas. Los míseros beneficios prometidos por la reforma, todos ellos de íntegro cargo fiscal, llegarán de a goteras y acompañados de pérdida de derechos como elevar de hecho la edad de jubilación de las mujeres.
Esta reforma ha agravado así el principal mecanismo de superexplotación del pueblo trabajador, es decir, de transferencia de salarios a empresarios. Por añadidura a la explotación que representa el hecho que los salarios alcanzan poco más de un tercio de la producción social medida por el PIB. En efecto, a lo largo de más de cuatro décadas, el sistema AFP ha desviado a los empresarios el grueso de las contribuciones previsionales, las que siempre han permitido más que duplicar el monto de las pensiones que paga el sistema AFP, sin subsidio fiscal alguno. Pues bien, la infame reforma recién aprobada eleva la cotización previsional de 13 a 20 por ciento de salarios imponibles. No es raro que las AFP, que sacan una tajada de cada peso recaudado, hayan multiplicado groseramente su valor bursátil.
Para acabar con este gigantesco abuso, impuesto a la civilidad en dictadura y agravado en democracia, ha llegado el momento de entregar al pueblo trabajador y la ciudadanía la libre elección de qué hacer con sus contribuciones a la seguridad social, autorizando a todas las personas afiliadas al sistema AFP a cambiarse voluntariamente al Instituto de Previsión Social, IPS, trasladando sus contribuciones previsionales pasadas y futuras, y a retirar el saldo remanente de sus ahorros previsionales.
Si los empleadores que la han impulsado se han estado manifestado generosamente dispuestos a adelantar el alza de cotizaciones, sabiendo que ello se resarcirá con reajustes inferiores, esta parte de la reforma puede mantenerse, pero a cada punto de alza en los aportes patronales debe acompañarse de una rebaja igual en el descuento a los trabajadores, generando así un incremento de uno por ciento en las remuneraciones líquidas.
CENDA, 15 de abril de 2025
Los Índices Mensuales de Actividad Económica Interna, IMACEI-CENDA, registran la evolución mensual de las valiosas estadísticas que, en forma diaria, mensual, trimestral y anual, publica la Superintendencia de Pensiones (SP), a partir de las cuales, con la misma periodicidad y complementadas con otras fuentes públicas, CENDA actualiza sus propias series que sustentan este informe.
IMACEI-CENDA proporciona así información cuasi-censal acerca de la población trabajadora activa y jubilada, la ocupación formal y la actividad económica, y mide los resultados del sistema AFP para las personas afiliadas, el fisco, y los principales grupos económicos beneficiados con el ahorro forzoso en este sistema, así cómo su impacto en la distribución del ingreso.
La estimación de resultados del sistema AFP con el método de tasa interna de retorno TIR, exclusividad de IMACEI-CENDA, requiere la medición de los flujos monetarios netos de aportes de afiliados y fisco al sistema AFP en su conjunto, series que son asimismo exclusivas de CENDA. Por otra parte, requiere conocer la evolución del valor del fondo AFP y el aporte a éste de las ganancias logradas por la rentabilidad de sus inversiones en los mercados financieros nacionales e internacionales, medida por la evolución del valor de la cuota y del fondo, cuyo seguimiento diario forma también parte de las series IMACEI-CENDA.
Variación Cuota, Fondo, Ganancias brutas y netas sistema AFP
Hace dos años, a fines de octubre de 2022, el dólar costaba 945 pesos y el fondo AFP se había reducido a 151 mil millones de dólares. La ganancia bruta acumulada desde 1981 había caído a cerca de la mitad desde su máximo de enero de 2021, una pérdida del orden de 80 mil millones de dólares, cifra muy superior a los retiros autorizados por el Parlamento, y mayor en dólares de hoy a la pérdida sufrida por el fondo en la crisis subprime. La ganancia bruta del fondo se redujo así nuevamente a una cifra similar a las comisiones y primas netas cobradas por los administradores del sistema, ambas acumuladas desde 1981, con resultado de ganancia neta cercana a cero.
A fines de octubre de 2023, el dólar estaba a 928 pesos y el fondo AFP, tras una significativa recuperación, había caído nuevamente a 159 mil millones de dólares. De este modo, por segunda vez en poco más de un año, las ganancias brutas se redujeron a un monto inferior a las comisiones y primas netas cobradas por los administradores, es decir, la ganancia neta de los aportes de afiliados y fisco al sistema AFP, acumulada desde su creación, se volvió nuevamente negativa.
A fines de diciembre de 2024, mes al que corresponden las últimas cifras publicadas por la Superintendencia de Pensiones (SP) en que se basa principalmente el presente informe, el dólar estaba a 991 pesos, el fondo AFP estaba en 184 mil millones de dólares y la ganancia neta para afiliados y fisco en un modesto 4,1 por ciento del fondo final, lo que equivale a una tasa interna de retorno (TIR) de apenas 0,15 por ciento anual en dólares, cercana a cero, y 1,77 por ciento si se calcula en UF. Agregando las pensiones adeudadas por compañías de seguros, registradas en las respectivas reservas técnicas, y asumiendo que ambos activos se recuperan íntegramente, la TIR sube cerca de un punto porcentual (cuadro R-5, gráficos R-3, 3.2 y 3.3).
A mediados de febrero de 2025, fecha de publicación de este informe, el tipo de cambio está en 986 pesos, el fondo suma 187 mil millones de dólares y la ganancia neta equivale a un 5 por ciento del mismo. La ganancia bruta continuaba reducida al entorno de 100 mil millones de dólares, cifra apenas superior a las comisiones y primas netas, que a la fecha acumulaban poco más de 98 mil millones de dólares (cuadros A-6, A-6.1).
Todas las cifras anteriores están calculadas en dólares corregidos por inflación y acumuladas desde 1981. Si el cálculo de ganancia neta se hace en UF muestra un modesto resultado positivo, pero aún estimadas de este modo, las comisiones y primas absorben la mayor parte de las ganancias brutas (cuadros R-5, A-6).
En todas las situaciones descritas, los aportes corrientes netos de afiliados y el fisco, es decir, la suma de contribuciones previsionales y subsidios menos pensiones pagadas por el sistema, excede con creces el valor del fondo AFP, tanto si se calculan en UF como en dólares, y han financiado desde luego la totalidad de éste, pero asimismo la mayor parte de los otros retiros incluidos los “10%”. Las ganancias netas financian una parte menor o ninguna de estos otros retiros.
Las pérdidas del fondo AFP desde inicios del año 2021 se deben principalmente en esta ocasión a la caída general de los mercados financieros internacionales por el brusco cambio de políticas monetarias de parte de los bancos centrales, de expansivas a restrictivas, para frenar la inflación mundial generada por la pandemia y las medidas para enfrentarla (cuadros R-5, A-6). En los meses recientes el fenómeno principal es la depreciación de las monedas mundiales respecto del oro, metal que ha alcanzado precios muy elevados, agravada en el caso del peso chileno por su fuerte depreciación respecto del dólar.
Los incidentes ocurridos en octubre de 2022 y 2023, y nuevamente en el primer trimestre de 2024 y en los primeros meses de 2025, de ganancias netas del fondo AFP reducidas a cerca de cero o convertidas en pérdidas, no son los primeros ni mucho menos. Las ganancias brutas se han reducido varias veces a un nivel inferior a las comisiones y primas cobradas por el sistema, ambas calculadas en dólares y acumuladas desde 1981. Así ha sucedido en las crisis COVID el año 2020, subprime en 2008 y asiática en 1998 seguida de la “punto com” en 2000, y durante buena parte de la década de 1980 (gráficos R-3 y R-3.1).
Lo anterior comprueba una vez más la falacia del mito fundante de este sistema, de pretender sustituir con volátiles ganancias financieras (CENDA 2022 a, b, c, d), el aporte en dinero contante y sonante, seguro, regular, y creciente, de las contribuciones previsionales, como fuente principal del financiamiento de las pensiones.
El comportamiento de un siglo y medio de los principales mercados financieros mundiales que CENDA sigue diariamente, comprueba que, medidos en dólares corregidos por la inflación estadounidense han rendido alrededor de un dos por ciento anual, significativamente menos que el PIB.
La cuota AFP presenta un crecimiento mayor si se mide en UF o dólares desde su creación en 1981, al igual que Wall Street que crece aún más en el mismo período. Ello se explica porque la fecha de creación de las AFP coincide con la sima o punto más bajo del último ciclo secular del siglo XX. Aún así y medidas en oro para limpiar la evolución secular del dólar, la cuota AFP presenta un rendimiento del orden de 3 por ciento anual desde su creación en 1981, mientras el S&P500 ha rendido 4,7 por ciento en esa medida (gráfico R-3.2).
Pagar las pensiones directamente con contribuciones previsionales, esquema conocido como “pago sobre la marcha” o PAYG por su sigla en inglés —la propaganda que lo intenta denostar lo ha logrado motejar de “reparto”— y utilizado en todos los países excepto Chile, sólo refleja la evidente realidad de que una parte de los bienes y servicios producidos cotidianamente por el pueblo trabajador activo, constituye la base única e insustituible del sustento de sus mayores. Suponer algo diferente resulta del todo irracional.
Felizmente, la experiencia de las naciones que han transitado primero a la era moderna confirma que, con jornadas de trabajo decrecientes en tiempo pero de productividad multiplicada, las personas activas pueden mantener cada vez mejor al conjunto de la población, incluida una proporción creciente de adultos mayores. Presentar esto último, la mayor conquista de la modernidad, como “problema de envejecimiento”, es sólo un espantajo para atemorizar personas incautas y justificar la canallada de inducir al pueblo trabajador a no contribuir para sostener a sus mayores.
Las volátiles pérdidas y ganancias del fondo AFP sólo afectan el cálculo de la parte “autofinanciada” de las nuevas pensiones y las que se pagan en la modalidad de retiro programado. Sin embargo, sólo para las personas con saldos superiores a 50 millones de pesos, que son menos del 4 por ciento de las personas afiliadas y menos de un quinto de las mayores de 60 años, el saldo registrado en sus cuentas incide en el cálculo de sus pensiones “autofinanciadas” en un monto comparable a la pensión garantizada universal, PGU. Para todas las personas afiliadas, cada millón de pesos registrado en su cuenta sólo aporta alrededor de cinco mil pesos al cálculo de su pensión mensual, por encima de la PGU. No es raro que en forma unánime prefieran tener esos millones en el bolsillo.
Por cierto, las pérdidas y ganancias del fondo en ningún caso afectan el financiamiento de las pensiones, puesto que todas, siempre, se han cubierto principalmente con subsidios fiscales y una pequeña parte de las contribuciones previsionales corrientes (cuadros R-4). El fondo AFP no ha financiado nunca ni financiará jamás pensión ni beneficio alguno a sus afiliados. La única excepción han sido los retiros autorizados por el Parlamento (Gráfico R-3).
Al grueso de la población trabajadora activa, las pérdidas y ganancias del fondo sólo les afecta en la medida que se autoricen nuevos retiros, puesto que ésta ha sido la única forma en que se han beneficiado con los recursos allí registrados a su nombre, supuestamente de su propiedad pero acorralados a perpetuidad en el sistema financiero y traspasados en su mayor parte y desde el momento mismo en que fueron recaudados, a un reducido grupo de reconocidos grupos empresariales que de este modo se han hecho súper ricos (cuadros R-8 y R-9).
Las estadísticas del sistema AFP publicadas por la SP, en cambio, constituyen un valioso y preciso censo mensual de los empleadores del país y las ocupaciones que ofrecen y, por otra parte, de todas las personas afiliadas, que abarcan casi toda la población del país mayor de 16 años, identificadas ambas por RUT, nombre y apellido. Estas importantes cifras constituyen la base principal de IMACEI-CENDA.
Empleos disponibles y remuneraciones que pagan
Las contribuciones en el sistema previsional son un censo de las nóminas de pago que, conocidas por su nombre en inglés “payroll” y usualmente expresadas como proporción de la población total mayor de 16 años, son seguidas internacionalmente como la medida más precisa de los empleos disponibles en la economía, complementadas con las encuestas respectivas.
En diciembre de 2024, el número de contribuciones previsionales frenaron la sostenida caída que venían experimentando por cerca de dos años.
Las cotizaciones del mes de diciembre de 2024, muestran que las ocupaciones asalariadas con contribuciones previsionales al día, que constituyen cerca del 90 por ciento del total, crecieron en 101 mil, un 1,7 por ciento, comparadas con el mismo mes de 2023.
El promedio móvil de 12 meses de contribuciones previsionales al día, es decir, por remuneraciones devengadas el mes precedente, había caído durante 21 meses consecutivos hasta octubre de 2024, perdiendo cada mes varios miles de empleos respecto del mes precedente. En diciembre de 2024, en cambio, recuperó más de 8 mil empleos en esta medida, un 0,1 por ciento respecto del mes precedente, lo que se suma a una recuperación de 6 mil empleos en noviembre, acumulando alrededor de 37 mil perdidos, un -0,8 por ciento desde un año atrás y alrededor de 144 mil desde enero de 2023, mes en que se iniciaron las caídas (gráfico R-1.2). El ritmo mensual de recuperación de este indicador mejoró levemente respecto del mes precedente.
El promedio móvil de 12 meses de las contribuciones previsionales totales que, además de las que están al día, incluye pagos atrasados, “rezagos” mal registrados, y honorarios anualizados, se mejoró en diciembre de 2024 respecto del mes precedente, pero continúa un -0,5 por ciento, 37 mil empleos, por debajo de su nivel de hace un año. También se recuperó levemente en el mes como proporción de la población mayor de 16 años, respecto del mes precedente, pero continúa por debajo de su valor de hace un año, en esta medida. Dicha proporción alcanzó en marzo de 2023 su máximo histórico, cuando el 46,3 por ciento de la población mayor de 16 años percibió un salario. Se ha reducido a 45,5 por ciento en diciembre de 2024. En las tres décadas en que se mantiene este registro, todas las recesiones han sido marcadas por el crecimiento nulo o negativo de este último indicador. Ello confirma que la economía chilena se encuentra en recesión al menos desde abril de 2023 (gráfico R-1.1).
La recesión del empleo aún en curso en diciembre de 2024, aunque recuperandose en los dos últimos meses, es así la más prolongada de las últimas décadas, puesto que hasta el momento dura cinco meses más que la iniciada en agosto de 1998 y supera ampliamente las iniciadas en agosto de 2002, marzo de 2009 y marzo de 2020 (gráfico R-1). La diferencia es que mientras las anteriores se originaron en las crisis “asiática”, “punto com”, “subprime” y “COVID”, esta se origina exclusivamente en las políticas exageradamente contractivas de la autoridad monetaria y fiscal, que se propuso frenar la economía literalmente “a palos”, como declaró un expresidente del Banco Central.
Aún tras estas caídas, las contribuciones previsionales totales bordean los siete millones, superan en cerca de 700 mil el nivel máximo pre pandemia y superan ampliamente el récord anterior de 42,4 por ciento de la población mayor de 16 años, alcanzado en marzo de 2020, antes de la pandemia. Especialmente las ocupadas por mujeres que bordean el 39 por ciento de la población femenina mayor de 16 años, alcanzaron un 43,8 por ciento del total de plazas disponibles, y disminuyeron -0,2 por ciento en número, mientras el promedio de empleos ocupados por hombres disminuyó -1,5 por ciento, en 12 meses (gráfico R-1, cuadros R-1, A-1, A-1.1, A-1.1.1).
Medidas por las cotizaciones de octubre, las remuneraciones imponibles reales del mes de diciembre de 2024 suben 2,6 por ciento respecto del mismo mes del año anterior, a un poco menos de $1,23 millones en promedio, por alza de 2,8 por ciento de las percibidas por mujeres mientras las de hombres suben 2,4 por ciento. También el promedio móvil de 12 meses de remuneraciones reales sube en 3,2 por ciento respecto del año precedente, y alcanza a $ 1.241.575 incluyendo $ 1.316.783 en hombres y $ 1.155.216 en mujeres (cuadros R-1, R-1.1, A-1, A-1.1).
A pesar del estancamiento en el empleo, el alza de salarios permitió que siguiera creciendo la masa total de remuneraciones imponibles brutas, la que alcanza a cerca de 103 mil millones de dólares en 12 meses, cifra que creció 2.7 por ciento en ese período. La participación de ésta, poco más de un tercio del PIB, creció en 3,6 por ciento (cuadros R-1, A-1, A-7.1 y A-7.2).
Personas que trabajan e ingresos que perciben
La estadística de personas afiliadas activas al sistema AFP, por su parte, son un censo que cubre casi toda la población no jubilada mayor de 16 años, identificada por RUT, nombre y apellido. Según la más reciente información trimestral, a junio de 2024 su número supera los 11,83 millones, 121 mil o 1,0 por ciento adicionales en 12 meses. Cerca de la mitad del incremento son mujeres, las que ya representan un 47 por ciento del total. Desde otro punto de vista, más de la mitad del incremento son personas de otras nacionalidades, las que ya representan un 11,7 por ciento del total y un 59 por ciento del incremento en los últimos 4 años. Casi toda la población trabajadora activa así registrada, entra y sale constantemente de los casi siete millones de empleos antes referidos, registrando frecuentes contribuciones previsionales que así lo comprueban (cuadros A-5.1, A-5.1.1 y 5.2).
IMACEI incluye una estimación de los ingresos salariales promedio de las personas afiliadas activas. Resultan inferiores a las remuneraciones pagadas, puesto que si bien todas las personas en algún momento han encontrado trabajo y percibido las remuneraciones correspondientes, no todas lo consiguen todos los meses, ni mucho menos. De este modo, en promedio, el ingreso salarial de las personas afiliadas no jubiladas es poco menos de la mitad de las remuneraciones pagadas. Dos tercios de las personas perciben menos de dicho promedio, que alcanza un nivel parecido al ingreso mínimo legal.
El promedio de ingresos salariales brutos, es decir antes de descuentos AFP y otros, de quienes tuvieron empleo en el último año, resulta cercano al 99 por ciento del promedio de las remuneraciones imponibles brutas pagadas ese mismo año. Dicha proporción baja a 74 por ciento entre quienes consiguieron un empleo en los últimos tres años, a 66 por ciento entre quienes accedieron a empleo formal en los últimos cinco años, y se reduce a cerca del 40 por ciento para el conjunto de las personas registradas (cuadro A-2).
El número de personas afiliadas activas ha crecido a una tasa anual de 3,1 por ciento, multiplicándose 2,4 veces en las últimas tres décadas. Las ocupaciones disponibles han crecido algo más, a una tasa de 3,2 por ciento anual, también más que duplicando su número en el período, Asimismo han crecido las remuneraciones que se pagan, aunque más moderadamente, a una tasa de 2,4 por ciento anual, duplicando su monto promedio en el mismo período (cuadro A-1.2).
Considerando todos estos factores, las remuneraciones pagadas en la última década y media ponderadas por el número de quiénes las percibieron, promediaron poco menos de un millón de pesos de hoy por liquidación y las personas que accedieron a alguna de esas ocupaciones en ese período, que cubren el 94 por ciento del total de afiliadas, percibieron ingresos salariales promedio cercano al medio millón de pesos mensuales, poco más de la mitad del promedio de remuneraciones pagadas en el período. En ambos casos se trata de remuneraciones imponibles obligatorias brutas, es decir antes de descontar comisiones y primas cobradas por sistema AFP, y otros descuentos. Asimismo, dos tercios de las personas afiliadas perciben menos de esos promedios (cuadro R-1.3).
Este resultado es de gran importancia sociológica puesto que comprueba que el pueblo trabajador, que constituye casi toda la población no jubilada mayor de 16 años, percibe la mayor parte de sus ingresos de salarios, obtenidos en empleos por lo general precarios y de corta duración, a los que entran y salen constantemente. En el intertanto trabajan por su cuenta o permanecen cesantes.
Personas jubiladas y sus pensiones
Si a la estadística de personas afiliadas activas se agregan las de personas jubiladas tanto por el sistema AFP como por pensiones públicas, se completa un censo mensual de registros previsionales que alcanza a cerca de 15 millones de personas, que cubren casi toda la población mayor de 16 años. En su mayor parte, este registro coincide RUT a RUT con el del servicio electoral (SERVEL), que cubre a todas las personas mayores de 18 años. Dichas personas conforman asimismo el 99 por ciento de los contribuyentes del Servicio de Impuestos Internos, que registra todos los ingresos de salarios y pensiones, además de las rentas de la propiedad que constituyen la principal fuente de ingresos del restante uno por ciento. En conjunto, esas estadísticas registran mensualmente los rasgos sociales, económicos y políticos más precisos y relevantes de la sociedad chilena actual.
Las personas jubiladas sumaron poco más de tres millones en diciembre de 2024, que incluyen 1,8 millones afiliadas al sistema AFP cuyas pensiones promediaron poco menos de 300 mil pesos, cerca de 800 mil que recibían la pensión pública no contributiva, antes básica solidaria hoy pensión garantizada universal (PBS/PGU), que promedió poco menos de 213 mil pesos, 500 mil jubiladas del antiguo sistema de seguridad social que promediaron poco más de 510 mil pesos y unas 264 mil pensionadas de las FFAA y de orden, que promediaron cerca de 1,45 millones de pesos (cuadro A-8).
Los beneficios previsionales en Chile son pagados y financiados, directamente y en su mayor parte, por el Estado. El Instituto de Previsión Social (IPS) paga medio millón de pensiones del antiguo sistema de seguridad social, y más de 2,5 millones de beneficios que incluyen cerca de 800 mil pensiones no contributivas, antes denominadas “básicas solidarias” y otras a afiliados AFP sin saldo, y más de 1,5 millones de complementos a las pensiones contributivas de todo el sistema, incluyendo 1,4 millones que benefician a afiliados del sistema AFP, además de unas cien mil pensiones de reparación, gracia y otras. Aparte, las cajas de la defensa, CAPREDENA y DIPRECA pagan cerca de un cuarto de millón de pensiones.
El gasto nacional en pensiones alcanzó en Chile a poco más de 17 mil millones de dólares en los 12 meses a diciembre de 2024 al cambio de 991 pesos registrado ese mes, equivalente a 5,9 por ciento del producto interno bruto (PIB), de los cuales el Estado aportó el 87 por ciento, destinando a ello poco más de un quinto (21,6%) de los ingresos fiscales totales, incluyendo subsidios directos que cubren alrededor de dos tercios de las pensiones pagadas por el sistema AFP. El aporte fiscal total superó los 15 mil millones de dólares en los últimos 12 meses a diciembre de 2024, cifra que creció 0,6 por ciento en ese período, incluyendo los subsidios directos al pago de pensiones AFP que crecieron 4,7 por ciento, respecto de un año atrás.
El sistema AFP “autofinanció” el 13 por ciento restante del gasto nacional en pensiones, cerca de 2,2 mil millones de dólares, cifra que creció en 10,2 por ciento respecto del año precedente, destinando a ello menos de un sexto de las contribuciones previsionales recaudadas en el período (cuadros R-11, A-4.1, A-4.2.1 y A-4.2.2).
El costo total de las pensiones pensiones pagadas por el sistema AFP desde su creación en 1981 ha sido financiado en un 60 por ciento por subsidios fiscales directos, incluyendo el 63 por ciento de las pagadas en los últimos 12 meses a diciembre de 2024 y un 59 por ciento de las pagadas en ese mes (cuadros R-4, R-4.1 y R-4.2).
Los subsidios fiscales directos al sistema AFP, especialmente bonos de reconocimiento en ese tiempo, superaron ampliamente el gasto en pensiones AFP durante la primera década y media de funcionamiento de dicho sistema, bajaron hasta un tercio del mismo después de la reforma del año 2008, pero aumentaron fuertemente con la introducción de la PGU en 2021, incluyendo una expansión de 4,7 por ciento en los últimos 12 meses, que incluye un 37 por ciento de aumento en los subsidios a las pensiones pagadas por compañías de seguros (gráfico R-1.2.3, cuadro R-8).
El monto promedio de las pensiones individuales pagadas por el sistema AFP ha crecido un quinto real en las últimas tres décadas, desde 230 mil pesos en 1995 a 275 mil pesos en diciembre de 2023, pero no ha subido nada en las últimas dos décadas, reduciendo su monto promedio desde 291 mil pesos en 2003 a 287 mil pesos en diciembre de 2024, baja que se concentra en los últimos años incluida una baja de -2 por ciento en los últimos 12 meses. Las remuneraciones imponibles, en cambio, se han duplicado, desde 568 mil pesos en 1995 a poco más de 1,2 millones de pesos en la actualidad. En las últimas dos décadas, mientras las pensiones bajaban las remuneraciones imponibles crecieron un 70 por ciento, desde 698 mil pesos en 2003 a 1,2 millones, todo en moneda de hoy (cuadro A-1.2, gráfico R-2).
De ese modo, la tasa de reemplazo de las jubilaciones respecto de las remuneraciones imponibles se ha reducido así desde un 40 por ciento en 1995 a menos un cuarto de las mismas en diciembre de 2024, incluyendo una caída anual de 1 por ciento en los últimos tres años, la que alcanzó a -1,3 por ciento en los últimos 12 meses. De este modo, la significativa mejora en el monto de las pensiones existentes lograda por la introducción de la PGU, fue anulada por el significativo incremento del número de pensiones, siendo la mayoría de las nuevas pensiones inferiores al promedio anterior.
Esta baja sostenida en la tasa de reemplazo del conjunto de las personas jubiladas respecto de las remuneraciones imponibles vigentes, no fue considerada en el debate reciente al respecto. Éste fue iniciado por un conocido investigador que redefinió la tasa de reemplazo, la que recalculó como la proporción entre las pensiones y los ingresos promedio de toda la vida laboral de quienes las perciben,es decir, considerando los meses en que no recibió salario, concluyendo que las tasas de reemplazo son de un nivel aceptable. Otros especialistas le refutaron recordando que la tasa de reemplazo en todo el mundo se comparan con las últimas remuneraciones, generalmente superiores a las primeras que percibió, de modo que el retiro no deteriore demasiado el nivel de vida alcanzado al final de la vida laboral. Comparan asimismo las pensiones con las remuneraciones percibidas.
El bajísimo y constantemente decreciente nivel de las pensiones AFP respecto de las remuneraciones vigentes resulta aún más notorio si se excluyen los subsidios fiscales directos al pago de estas pensiones. La tasa de reemplazo autofinanciada por las AFP fue negativa hasta 1995, es decir, durante la primera década y media desde su creación, el sistema AFP recibió más subsidios fiscales, principalmente bonos de reconocimiento, que las pensiones que pagó. Desde entonces la tasa de reemplazo autofinanciada subió hasta un máximo de alrededor de 15 por ciento de las remuneraciones imponibles durante la última década, para desplomarse nuevamente a menos del 8,7 por ciento tras la introducción de la PGU en 2021 (gráfico R-2, cuadro A1.2).
El 1% que vive de ingresos de la propiedad
Los registros de personas afiliadas a los sistemas previsionales coinciden muy cercanamente, rut a rut, con los registros de contribuyentes del servicio de impuestos internos SII. Un reciente estudio del Ministerio de Hacienda basado en este último comprueba que el 99 por ciento de las personas contribuyentes obtienen la mayor parte de sus ingresos de salarios los que no superan los 4 millones de pesos mensuales en su límite superior. El uno por ciento restante de los contribuyentes, en cambio, un 70 por ciento de los cuales son hombres, obtienen la mayor parte de los suyos de ganancias de empresas en cuya propiedad participan y de las que reciben un promedio de 20 millones de pesos al mes, incluyendo el 0,1 por ciento de los contribuyentes cuyos ingresos promedian 130 millones de pesos al mes, que a su vez incluye al 0,01 por ciento, 1.300 personas, hombres en su mayoría, cuyos ingresos promedian mil millones de pesos mensuales (MINHAC 2022).
El ahorro forzoso AFP
El sistema AFP no es un régimen de pensiones sino de ahorro forzoso de salarios con el objetivo de desarrollar y “profundizar” el mercado de capitales, a costa del pueblo trabajador jubilado a quien birlan de sus pensiones las cotizaciones de sus hijos. Es el principal mecanismo de regresiva “atípica transferencia forzosa al sector privado”, cómo la denomina el reciente informe tributario de la OCDE (OECD 2022), de parte significativa de los salarios. Es uno de los principales abusos impuestos por la dictadura y ha sido sostenido y desarrollado por todos los gobiernos democráticos subsiguientes. Por lo mismo, es una de las principales causas de la crisis política nacional, es decir, de la deslegitimación de la autoridad democrática, que estalló el 18-O y no ha dejado de agravarse desde entonces. Las principales cifras que evidencian este abuso, actualizadas a diciembre de 2024, se presentan en lo que sigue.
Contribuciones previsionales
Las AFP descuentan obligatoriamente cerca del 13 por ciento de las remuneraciones imponibles. Durante el COVID elevaron transitoriamente esa tasa a cerca de 14 por ciento, por un fuerte incremento de primas de seguro de invalidez y sobrevivencia en un momento en que las “primas únicas” de rentas vitalicias se derrumban por la paralización de nuevas jubilaciones, medida hasta ahora no explicada por la Superintendencia que la autorizó. Desde octubre de 2021 han oscilado en torno a 13 por ciento y en diciembre de 2024 alcanzan el 13,12 por ciento.
La recaudación de contribuciones previsionales obligatorias bordea los 1,1 mil millones de dólares en el mes de diciembre de 2024, un 4,3 por ciento mayor que en el mismo mes de 2023. La recaudación en 12 meses a diciembre de 2024 supera los 13 mil millones de dólares, subiendo 2,2 por ciento respecto del mismo mes del año anterior. La cifra equivale a un 19,0 por ciento de los ingresos fiscales totales y aproximadamente un 4,5 por ciento del PIB, en ese período. Desde la creación del sistema en 1981 y hasta diciembre de 2024, las cotizaciones obligatorias recaudadas por las AFP acumulan 295 mil millones de dólares, cifra que creció un 6,8 por ciento en 12 meses y alcanza un orden de magnitud similar al PIB del último año.
Subsidios monetarios directos a pensiones del sistema AFP
Los subsidios monetarios directos al pago de pensiones AFP, pensión garantizada universal PGU y bonos de reconocimiento, subieron un 4,7 por ciento, bordeando cuatro mil millones de dólares y financiando el 63 por ciento del costo de las pensiones AFP pagadas, en 12 meses a diciembre de 2024. Si se considera adicionalmente el costo de las pensiones públicas, civiles y militares, y otras prestaciones previsionales, el fisco aportó el 87 por ciento del gasto nacional en pensiones, que en 12 meses a diciembre de 2024 alcanzó a un 5,9 por ciento del PIB. El fisco destinó a ello un 25 por ciento de sus ingresos totales del período, cifra que equivale a un 5,1 por ciento del PIB. (cuadros R-4.0, 4.1, 4.2 y R-11)
Pensiones pagadas
La recaudación de contribuciones previsionales fue más del doble del costo total de las pensiones pagadas por el sistema AFP en su conjunto, que en 12 meses a diciembre de 2024 alcanzó a poco menos de 6,2 mil millones de dólares, incluyendo los subsidios fiscales que financiaron cerca de dos tercios del mismo. El gasto en pensiones en esa medida sube un 6,7 por ciento respecto del mismo mes del año anterior, por aumento en el número de beneficios y reducción en su monto promedio.
El gasto en pensiones pagadas por el sistema AFP acumula poco más de 123 mil millones de dólares desde su creación en 1981 y hasta diciembre de 2024, en dólares de esta fecha. Fueron financiadas en un 60 por ciento por cerca de 75 mil millones de dólares en subsidios monetarios directos del fisco. El 40 por ciento restante fue “autofinanciado” por el sistema AFP, que destinó a ello poco más de 48 mil millones de dólares, cifra que equivale al 16 por ciento, menos de un sexto, de las cotizaciones recaudadas en el período (cuadro R-5, R-4.2).
Excedente corriente neto de contribuciones y subsidios menos pensiones pagadas por AFP
El excedente corriente neto de contribuciones previsionales y subsidios menos pensiones pagadas por el sistema AFP bordeó, en los últimos 12 meses a diciembre de 2024, a 11 mil millones de dólares, un 0,6 por ciento más que el mismo mes del año anterior, cifra cercana a un 83 por ciento de las cotizaciones recaudadas, y a un 3,7 por ciento del PIB. En este mes dicho excedente bordeó los 900 millones de dólares, equivalentes a un 80 por ciento de las cotizaciones recaudadas, con una baja de -1,9 por ciento respecto del mismo mes del año anterior.
Todo ello a pesar de la caída en el empleo, compensado por un alza de remuneraciones reales, y del aumento del número de pensionados, compensado por una baja en su monto promedio, experimentados en los últimos 12 meses a diciembre de 2024 (cuadros R-2, R-3 y R-4, R-4.1 y R-4.2).
Calculados en la moneda estadounidense de hoy, los excedentes corrientes netos de cotizaciones recaudadas por el sistema AFP y subsidios monetarios directos a las pensiones pagadas por este, menos el costo de las mismas, acumulado desde la creación del sistema en 1981 y hasta diciembre de 2024, supera los 246 mil millones de dólares, y equivale al 84 por ciento de las cotizaciones recaudadas. El orden de magnitud del aporte corriente neto afiliados y fisco al sistema AFP desde su creación en 1981 equivale a cuatro quintos del PIB, o a dos y media veces la masa de remuneraciones, de los últimos 12 meses a diciembre de 2024.
Esta cifra supera con creces el valor final del fondo, que esa fecha alcanzaba los 184 mil millones de dólares. De este modo, el aporte neto de los afiliados y fisco ha financiado la totalidad del fondo AFP y la mayor parte de otros retiros netos, incluyendo los “10%”. Las ganancias brutas del fondo apenas han cubierto las comisiones y primas netas cobradas por sus administradores, y en ocasiones ni siquiera han alcanzado para eso (cuadros R-5, R-6, gráfico R-3, R-4.2).
El excedente corriente neto de contribuciones previsionales y subsidios menos pensiones pagadas, es una cifra clave del sistema AFP. Es parte principal de la regresiva “atípica transferencia forzosa al sector privado (OCDE)” de parte significativa de los salarios. Por otra parte, es la medida exacta del costo fiscal de las mismas, puesto que si se acaba el ahorro forzoso y el Estado recupera las contribuciones a la seguridad social, ese excedente queda en beneficio fiscal corriente tras pagar las mismas pensiones que el sistema AFP en su conjunto.
El excedente corriente neto de contribuciones obligatorias y subsidios directos menos pensiones pagadas por el sistema AFP ha resultado así en un gigantesco aporte monetario neto a éste de parte de las personas afiliadas y el fisco, en todos y cada uno de los 524 meses, y en todos y cada uno de los más de 43,7 años transcurridos desde su creación en 1981. El monto acumulado de este aporte equivale al 84 por ciento de las cotizaciones obligatorias recaudadas, mientras el restante 16 por ciento de las mismas ha financiado el modesto aporte del sistema AFP al “autofinanciamiento” de las pensiones que paga, cubriendo un tercio de su costo. El fondo AFP jamás ha aportado un peso al pago de pensiones de las personas afiliadas al sistema. El único beneficio que han recibido estos con cargo al fondo son los “retiros 10%”.
Otros aportes netos al sistema AFP
Para calcular el flujo monetario neto total de aportes de afiliados y fisco al sistema AFP en su conjunto, IMACEI-CENDA suma al excedente corriente neto arriba referido los otros aportes netos de afiliados y fisco, que incluyen ahorro voluntario y otros subsidios monetarios como bono por hijo, por ejemplo, a los que se restan otros beneficios pagados por el sistema AFP, principalmente retiros de ahorro voluntario, y los excedentes de libre disposición al momento de jubilar. Luego de restar los “retiros 10%”, cuyo valor es conocido,IMACEI-CENDA calcula los “Otros aportes netos de afiliados y fisco” como residuo de las otras partidas, de modo de cuadrar el flujo neto total de aportes con el valor inicial y final del fondo en cada período. Antes del inicio de los retiros 10% iniciados en agosto de 2020, los otros aportes netos de afiliados y fisco acumulaban un saldo del orden de 4 mil millones de dólares adicionales aportados por afiliados y fisco a favor del sistema AFP, Es decir, hasta ese momento los otros aportes y subsidios efectuados por afiliados y fisco eran mayores a los otros beneficios pagados por el sistema hasta ese momento.
Retiros “10%”
Ello se revierte con los retiros 10% autorizados por el Parlamento en 2020 y 2021. Esos son los únicos años en que el sistema AFP ha restituido dinero en términos netos a las personas afiliadas. Los retiros fueron una significativa restitución de salarios, desde el sistema financiero que se los ha apropiado y destina a inversiones empresariales, a cerca de 14 millones de personas trabajadoras afiliadas al sistema AFP, activas y pasivas (gráfico R-2).
Esta política pública en pocos meses ha restituido a los afiliados un monto de dinero similar a la suma de todos los aportes “autofinanciados” por el sistema de AFP al pago de pensiones desde su creación en 1981 (cuadro R-5). Lo restituido es del orden de 44,4 mil millones de dólares al cambio de diciembre de 2024, equivalentes a más de un cuarto (27%) del fondo AFP al iniciarse los retiros. Equivale a poco menos de la mitad (42,1%) de la masa de salarios imponibles de los últimos 12 meses y poco más de un séptimo (14,6%) del producto interno bruto, PIB de los últimos 12 meses. Es la medida reactivadora y redistributiva singular más importante en registro, que elevó la participación de los salarios imponibles desde menos de un tercio del PIB a más de un 50 por ciento del mismo en ese período, lo que no sucedía desde 1973, y reactivó la economía del COVID con rapidez ejemplar, según han reconocido los organismos financieros internacionales (cuadro R.1.2).
Los retiros concitan el rechazo frenético de quiénes vienen abusando del pueblo trabajador, apropiándose de sus cotizaciones previsionales a costa de la miseria del trabajador jubilado. Sin respeto ninguno por teoría económica ni la verdad, todos los economistas con acceso a los medios de comunicación les achacan todos los males de la economía, exagerando al extremo su impacto sobre la inflación, el monto de las pensiones y el mercado de capitales, entre otros males. Lamentablemente, altos funcionarios públicos, encabezados por quienes dirigen el Ministerio de Hacienda y el Banco Central, así como la Superintendencia de Pensiones, sin respeto por los límites de su responsabilidad funcionaria ni por las autoridades políticas elegidas por la ciudadanía, han dirigido ese coro.
Felizmente, al menos en tres ocasiones, el Parlamento no les hizo caso alguno y los aprobaron por abrumadoras mayorías. Probablemente, junto al acuerdo constitucional del 15-N, es la medida que más contribuyó a salvar al sistema político del desplome en el momento más agudo de la crisis política nacional en curso. Asimismo, el rechazo gubernamental a otro retiro en la víspera del plebiscito del, contribuyó más que ningún otro factor al Rechazo de la nueva constitución, agravando nuevamente la crisis política hasta el momento.
Ganancias brutas y netas del fondo AFP
Se suman finalmente a lo anterior las ganancias netas del fondo, es decir las ganancias brutas menos las comisiones y primas netas cobradas por el sistema. IMACEI.-CENDA calcula las ganancias brutas en pesos y dólares, a partir de los valores inicial y final de la cuota y fondo publicados diariamente por la SP, y los valores de la UF, el tipo de cambio, y la inflación estadounidense. Las comisiones cobradas por las AFP y compañías de seguros son publicadas mensualmente por la SP, al igual que las primas brutas y subsidios fiscales traspasados a estas últimas. Las primas netas resultan de restar a las primas brutas el costo de las rentas vitalicias pagadas por las aseguradoras (cuadro R-6).
Tasa Interna de Retorno (TIR) del sistema AFP
Todo lo anterior permite calcular el flujo monetario neto mensual de aportes de afiliados y fisco al sistema AFP en su conjunto que, junto con los valores inicial y final del fondo, y las reservas técnicas de las compañías de seguros, que al igual que el valor final del fondo se consideran activos de los afiliados, permiten calcular la tasa interna de retorno, TIR, del ahorro forzoso en el sistema AFP, tanto en dólares como en UF. Dicha TIR fue negativa durante la primera década del sistema, situación que se repite entre 1998 y 2003 con las crisis “asiática” y “punto com”, y nuevamente con la crisis “subprime” en 2008. Los retiros permiten sostener una TIR positiva durante la crisis “COVID” el 2020 y 2021, pero esta cae nuevamente a cero y menos en 2022 y 2023. La TIR sube aproximadamente un punto porcentual al calcularla en UF, y otro punto al agregar las reservas técnicas de compañías de seguros (cuadro R-5, gráfico R-3).
Beneficiarios del ahorro forzoso AFP
Los principales beneficiarios de la gigantesca “atípica transferencia forzosa al sector privado (OCDE)” de salarios y subsidios fiscales, que significa el sistema ahorro forzoso AFP, son los grandes grupos empresariales que lo controlan a partir de las compañías de seguros relacionadas con el negocio, las que constituyen el corazón del sistema. Desde 1981 y hasta diciembre de 2024, estas compañías se han embolsado en propiedad plena, en forma de primas brutas y comisiones de rentas vitalicias y primas de seguros de invalidez y sobrevivencia, cerca de 138 mil millones de dólares, cifra equivalente a alrededor de la mitad (47%) de las contribuciones previsionales recaudadas. Ello incluye 105 mil millones de dólares en “primas únicas” de rentas vitalicias, 29 mil millones de dólares en primas del seguro de invalidez y sobrevivencia (SIS), y 4,4 mil millones de dólares en subsidios directos al pago de rentas vitalicias. Todo ello financiado con contribuciones previsionales y subsidios corrientes recaudados por el sistema AFP. Las compañías de seguros han destinado poco más de la mitad de las primas brutas a pagar las pensiones a su cargo, apropiándose el excedente de caja restante como primas netas (cuadro R-8).
La mitad de esos dineros, proporción que a diciembre de 2024 había subido a más del 52 por ciento (cuadro A-2.2), fue embolsada por cuatro reconocidos grupos empresariales nacionales que de esta manera se han hecho multimillonarios en dólares. Adicionalmente, según un registro de Fundación Sol, los mismos cuatro grupos mantienen en su poder una cuarta parte de las inversiones del fondo AFP en empresas nacionales (cuadro A-2.3).
Las compañías de seguros relacionadas con este negocio son las mismas que han demandado al Estado por ordenar anticipar parte de las pensiones vitalicias compradas forzosamente y que adeudan, así como por la situación de las ISAPRE que controlan. Son las mismas a las cuales la reforma actualmente en trámite parlamentario busca beneficiar forzando a todos los nuevos jubilados a contratar con ellas una renta vitalicia.
Según la presentación del BC al Parlamento (BCN 2021a), las grandes empresas que operan en el país financian un 70 por ciento de su deuda con el fondo AFP y las reservas técnicas de rentas vitalicias en poder de compañías de seguros relacionadas con el sistema, además de un quinto de su valor bursátil y un décimo de la deuda bancaria. Ellos son los verdaderos beneficiarios del ahorro forzoso, a costa de la miseria de tres millones de personas trabajadoras jubiladas, mujeres en su mayoría, la mitad ya fallecidas.
Dicho desvío es la causa exclusiva de las bajas pensiones. Autorizando el traspaso al IPS de todas las personas afiliadas a las AFP, lo que equivale a plebiscitar la derogación en los hechos del DL 3500, y recuperando así las contribuciones previsionales corrientes, el Estado puede duplicar el monto de las pensiones actuales, ahorrando al mismo tiempo varios miles de millones de dólares anuales en subsidios corrientes al sistema AFP (cuadro R-9).
El desvío de las contribuciones previsionales obligatorias al ahorro forzoso es también la causa principal del déficit y endeudamiento fiscal. La dictación del DL 3.500 en 1981 ha generado hasta ahora un déficit fiscal gigantesco. Dicho déficit es igual al excedente neto de contribuciones previsionales más subsidios menos pensiones pagadas por el sistema AFP, puesto que sin AFP y pagando las mismas pensiones sin subsidio alguno, dicha suma sería excedente fiscal neto. Esa cifra, más de 244 mil millones de dólares de hoy, que equivalen a cerca del 80 por ciento del PIB de 2023, incluye más de 11 mil millones de dólares en los últimos 12 meses, equivalentes a 3,7 por ciento del PIB en ese período, cifra equivalente a la esperaba recaudar el actual gobierno con su reforma tributaria original.
El Estado ha dejado de recaudar las contribuciones previsionales, que suman 290 mil millones de dólares de hoy, incluyendo más de 13,5 mil millones en los últimos 12 meses, un 4,5 por ciento del PIB. Por otra parte, ha subsidiado en forma directa las pensiones AFP con más de 74 mil millones de dólares desde 1981, incluyendo más de 4 mil millones en los últimos 12 meses a diciembre de 2024, cifra que ha subido en un 10,4 por ciento respecto de los 12 meses precedentes. Los subsidios cubren el 60 por ciento del valor total de las pensiones pagadas por el sistema AFP, que acumula cerca de 120 mil millones desde 1981, incluyendo el 65 por ciento de los cerca de 6,4 mil millones de dólares pagados en los últimos 12 meses y el 65,1 por ciento de las pensiones pagadas en diciembre de 2024 (cuadros R-4, R-4.1 y R-5).
Para financiar dichos subsidios el fisco se ha endeudado con el propio fondo y las reservas técnicas que respaldan las rentas vitalicias adeudadas, en un monto que equivale a los subsidios directos aportados al pago de pensiones AFP y, según la presentación del BC al Parlamento antes citada (BCN 2021a), alcanzan a dos tercios de la deuda fiscal total.
Todo lo anterior calculado en dólares de cada mes al tipo de cambio respectivo y actualizados al último mes actualizados por la inflación estadounidense. En diciembre de 2024 el tipo de cambio era de 991 pesos.
Beneficios para el pueblo trabajador y el fisco de autorizar el retorno general al IPS
NO+AFP y municipios encabezados por el Alcalde de Recoleta, han iniciado una campaña para demandar que las autoridades autoricen a todas las personas afiliadas al sistema AFP a cambiarse voluntariamente al IPS, traspasando sus contribuciones previsionales pasadas y futuras, y retirando en un plazo prudencial el saldo en las cuentas individuales.
Los beneficios de dicha medida para el pueblo trabajador activo y jubilado, son de tal magnitud que aseguran que aseguran un cambio masivo. Los beneficios para el balance fiscal corriente y la deuda pública, la economía del país, la equidad del sistema tributario y la legitimidad del sistema democrático, son asimismo definitivos. La magnitud de todos estos beneficios es quizás la mejor manera de dimensionar el abuso al pueblo trabajador y las cuentas fiscales que ha significado en Chile la privatización de pensiones y el consecuente desvío al ahorro forzoso de las contribuciones a la seguridad social.
Beneficios para el pueblo trabajador jubilado
Con el retorno al IPS, las pensiones del afiliado promedio suben al doble, considerando el recálculo de sus pensiones con las cifras de salarios y densidad de contribuciones previsionales de la persona afiliada promedio (cuadro R-1.2.3) y la fórmula que utiliza el IPS para la caja de empleados particulares. Este calcula la pensión como una proporción de las últimas remuneraciones imponibles, definida en base a la densidad de sus contribuciones previsionales a lo largo de su vida laboral, la que calcula como el número de años cotizados divididos por 35 años de vida laboral.
Considerando el salario imponible del conjunto de los cotizantes actuales durante los últimos 15 años, que ha alcanzado a poco menos de un millón de pesos mensuales, y la densidad promedio de contribuciones previsionales que ha sido de poco menos de 40 por ciento por ciento para el conjunto de los afiliados activos durante las últimas tres décadas, la pensión “autofinanciada” promedio se cuadruplicará a poco menos de 400 mil pesos mensuales, desde los 100 mil pesos que aportó el sistema AFP a las pensiones pagadas por dicho sistema en diciembre de 2024 (cuadro R-1.2.4).
A ello se agrega la PGU, ahora financiada con las recuperadas cotizaciones, que en ese mes alcanzó a poco más de 200 mil pesos mensuales, con lo cual la pensión promedio se duplica a algo más de 600 mil pesos mensuales, desde poco menos de 300 mil pesos que alcanzaron las pagadas por el sistema de AFP en diciembre de 2024, y la relación con los salarios imponibles se duplica a 50 por ciento, nivel aceptable para la OIT (cuadros R-3, R-1.3, A-8).
Considerando ese cálculo y el hecho que la recaudación de cotizaciones más que duplica el costo de las actuales pensiones AFP, el IPS puede garantizar cualquier persona que se cambie, una pensión al menos un 50 por ciento superior a la que hoy percibe en el sistema AFP y 75 por ciento en el caso de las mujeres, montos que pueden subir aún más si la persona afiliada aporta fondos adicionales. Las pensiones de mujeres y EE.PP., las más perjudicadas por el sistema actual, suben a más del doble, una maestra jubila con su último sueldo imponible y una jueza con la remuneración imponible tope. Asimismo, el IPS puede garantizar que nadie recibirá una pensión inferior a 500 mil pesos al mes.
Beneficios para el pueblo trabajador activo
El pueblo trabajador activo se beneficia en primer lugar porque el descuento a sus remuneraciones se mantiene en el 13 por ciento actual, sólo que los aporta al IPS, sin subir a 19 por ciento como pretende la reforma actualmente en trámite parlamentario.
Sus pensiones futuras serán vitalicias y con beneficios para sus sobrevivientes, y su monto es definido en base a sus últimas remuneraciones y la proporción del tiempo cotizado a lo largo de su vida laboral.
Se aliviará asimismo, la significativa carga que representa para los activos apoyar a sus mayores debido al bajo nivel de sus pensiones actuales, las que se elevarán de inmediato en forma sustantiva.
Finalmente, todas las personas afiliadas pueden retirar una parte significativa de su fondo de pensiones, considerando que las AFP estiman las contribuciones previsionales pasadas que traspasará al IPS como una parte menor de lo registrado en su cuenta. Parte del saldo probablemente lo traspasarán asimismo al IPS para mejorar el cálculo de su pensión, pero aún así probablemente retirarán la mayor parte.
Beneficios para el fisco y sistema tributario
Al recuperar la recaudación de contribuciones previsionales hoy desviadas a las AFP, el fisco incrementa sus ingresos totales en un quinto (19,5% considerando ingresos de los últimos 12 meses), elevando su recaudación tributaria en 4,4 por ciento del PIB, a un total cercano a 25 por ciento de este. Ello porque elimina en buena parte las “atípicas transferencias forzosas al sector privado”, como las calificó el informe tributario OCDE de 2022, que a la vez es su rasgo más regresivo, puesto que son salarios transferidos a grandes empresarios.
Con sus recuperados ingresos, el fisco puede duplicar con holgura las pensiones actuales, ahorrando los subsidios a las pensiones AFP que financiaron el 65 por ciento de las que pagaron en los últimos 12 meses, incluido el 64,3 por ciento de las que pagaron en diciembre de 2024. El superávit fiscal corriente después de duplicar el gasto en pensiones se puede estimar en 3,4 por ciento del PIB, superior a lo que recaudaría el “pacto fiscal” estancado en el Parlamento (cuadros R-12, R-4, R-4.1).
Adicionalmente, el fisco recupera el traspaso al IPS de las contribuciones previsionales pasadas, que según las AFP se pueden estimar en un tercio del fondo AFP y otro tanto de las reservas técnicas de rentas vitalicias. Ello equivale a la deuda que el fisco ha contraído con el sistema AFP para financiar los subsidios que ha entregado al pago de pensiones de este sistema desde 1981. A su vez, la deuda con el fondo representa dos tercios de la deuda fiscal total (BCN 2021a). Es decir, el traspaso masivo al IPS permite reducir la deuda fiscal en dos terceras partes. Dicho sea de paso, ello no significará movimiento de efectivo, puesto que el fisco puede aceptar en cambio la devolución de los pagarés de la deuda fiscal hoy en poder del sistema AFP.
Beneficios fiscales similares convencieron a gobiernos, varios de derecha, de 18 países que desprivatizaron sus sistemas de pensiones tras la crisis subprime, la mayoría de los 30 que los habían privatizado parcialmente con anterioridad.
CENDA, febrero 2025
Descargar en pdf: informe mensual completo, resumen y tablas y comunicado de prensa
El número de cotizaciones totales en el sistema AFP, expresado como promedio móvil de los últimos 12 meses, es la medida más precisa de las ocupaciones formales, puesto que se basa en un censo mensual de las planillas de pago. Dicho promedio alcanzó a cerca de siete millones, superando en más de 750 mil su máximo histórico previo al COVID de poco más de seis millones alcanzado en abril del año 2020.
La proporción de cotizantes totales así medidos o nómina de pagos (payroll) como se la denomina en los EE.UU., sobre la población mayor de 16 años, es considerado el mejor indicador de empleo a nivel internacional. Alcanza actualmente alrededor de un 46 por ciento, superando el máximo histórico de 42,4 por ciento logrado en abril del 2020, pre-COVID.
A partir de 2020 las cotizaciones totales incluyen las correspondientes a remuneraciones a honorarios, información que el SII entrega en determinados meses y por lo tanto debe ser anualizada. Por este motivo, una medida más precisa de la evolución mensual es la de cotizaciones al día, es decir aquellas correspondientes a remuneraciones devengadas el mes precedente, que son cerca del 90 por ciento del total.
La evolución de este indicador es la medida más contundente de la evolución de la economía mes a mes. Ello se puede comprobar en su evolución reciente a través de la pandemia, durante la cual perdió un cuarto de millón de ocupaciones entre marzo de 2020 y el mismo mes de 2021, para luego recuperar 400 mil empleos entre esa fecha y marzo de 2022. A partir de esa fecha la economía se ha contraído mes a mes, acumulando cerca de 100 mil empleos perdidos hasta marzo de 2024,
Hay que destacar que las políticas públicas de protección del empleo y el consumo popular, especialmente los "retiros 10%" autorizados por el Parlamento, tuvieron gran impacto en aminorar la caída del 2020 y la rápida recuperación del 2021y 2022. Lamentablemente las exageradas medidas contractivas implementadas posteriormente por la autoridad monetaria y fiscal, generaron la fuerte contracción del 2023.
Las remuneraciones imponibles reales, medidas como promedio móvil de 12 meses, han logrado sostenerse cerca del millón de pesos por cotizante, subiendo por encima del índice de precios al consumidor (IPC), respecto del mismo mes del año anterior. Las remuneraciones de mujeres por primera vez sobrepasaron el millón de pesos y han crecido más rápido en número y monto.
Puesto que el número de empleos se recuperó en ese período, también lo hizo la masa total de remuneraciones, la que alcanza alrededor de 100.000 millones de dólares en 12 meses, así como la participación de ésta, cercana a un tercio del PIB (cuadros R-1, A-1, A-7.1 y A-7.2).
Cabe anotar que la masa de remuneraciones ha crecido a una tasa promedio de 5.7 por ciento anual, impulsada por el aumento de 3,2 por ciento en el número de cotizantes y 2,5 por ciento sus remuneraciones, a lo largo del último cuarto de siglo (Gráficos 2 y 2.1). Dicho crecimiento es mucho más rápido que el número de adultos mayores, que ha crecido poco más del 3 por ciento en el mismo período, lo cual demuestra la viabilidad de financiar pensiones exclusivamente con cotizaciones corrientes.
El número de ocupaciones se ha sostenido y recuperado rápidamente del COVID, especialmente gracias al enorme impacto de las sucesivas devoluciones del 10% AFP, que han sostenido la actividad general, y en parte gracias a los relativamente modestos planes estatales de protección al empleo.
Como se ha mencionado, el número de cotizaciones no refleja plenamente la magnitud del impacto económico de la pandemia, porque unas 200 mil ocupaciones se encontraban acogidas a las leyes de protección del empleo en los últimos 12 meses.
El programa de protección del empleo pagó poco más de 1,5 billones de pesos desde marzo del año 2020, un 60 por ciento con cargo a subsidios y un 40 por ciento con cargo a cotizaciones de cesantía. Considerando un promedio aproximado de alrededor de $330.000 por pago, se han entregado cerca de 4,5 millones de subsidios en total. Si se promedian dichos beneficios en el período de vigencia del programa, su impacto equivale a poco más de 200 mil empleos asalariados (cuadro R-1.1).
En otras palabras, de los seis millones y medio de cotizantes promedio de los últimos 12 meses (cuadro R-1), cerca de 200 mil cotizaron cada mes pero estaban con trabajo suspendido o reducido, y por lo tanto no produjeron mercancías cuya venta agregue valor al PIB.
Considerando lo anterior, el promedio móvil de 12 meses de cotizantes ha superado levemente su nivel máximo anterior a la pandemia (cuadro R-1.1).
El impacto del COVID ha sido muy grande, pero el empleo asalariado formal ha logrado superarla, lo que es muy positivo.
Las sucesivas restituciones de 10% del fondo AFP, ordenada por la casi unanimidad del Parlamento, han sido la política pública redistributiva y reactivadora más importante en registro. Al 3 de octubre del año 2021, según la SP, los fondos restituidos alcanzaban a cerca de 50 mil millones de dólares. Esa cifra equivale a un cuarto del fondo al inicio de los retiros, a poco menos de un quinto del PIB, y al 56 por ciento de la masa salarial de los últimos 12 meses.
Esta importante restitución de fondos, desde un puñado de empresarios súper ricos a 11 millones de asalariados y 1,5 millones de jubilados, elevó la participación de éstos en el producto desde menos de un tercio del PIB que representa la masa de sus remuneraciones imponibles, a más del 50 por ciento por ciento del mismo, en el año 2020. Ello no sucedía desde 1973 (cuadros R-1 y R-1.2).
Resulta asimismo impresionante comprobar que, como se verá más adelante, la devolución supera ya en un 50 por ciento el total de aportes del sistema AFP al pago de pensiones, desde su creación en 1981. Es decir, como política pública dirigida al pueblo trabajador activo y jubilado, los retiros ordenados por el Parlamento les han reportado en pocos meses más beneficios que los entregados por el sistema en cuatro décadas (Cuadro R-5).
A pesar del significativo impacto del COVID y la recesión inducida en 2023 por las políticas exageradamente contractivas, en el ritmo de aumento del número de cotizaciones y remuneraciones, el dinero recaudado por el sistema AFP creció en los últimos 12 meses respecto de igual período anterior, superando los mil millones de dólares mensuales, más del doble del gasto en pensiones AFP.
El motivo principal es que las remuneraciones han logrado sostenerse y crecer en términos reales a pesar de la recesión inducida en Chile, lo que ha compensado hasta el momento la fuerte caída del empleo (cuadro R-1 y R-3).
Los subsidios monetarios directos han aumentado fuertemente en 2022 y 2023 por la introducción de la PGU, financiando más de dos tercios del costo total de las pensiones pagadas por el sistema AFP, cuyo monto individual, por otra parte, ha disminuido debido a la recuperación gracias a la PGU del número de nuevas pensiones, aunque de un monto inferior al de las de pensionados que fallecen. (cuadros R-3, A-7.1 y A-7.2).
A consecuencia de lo anterior, el aporte autofinanciado por las AFP a las pensiones que pagan, ha disminuido fuertemente, al tiempo que aumenta el excedente de cotizaciones y subsidios menos pensiones pagadas, apropiado por el sistema AFP.
El sistema AFP paga poco menos de un millón y medio de beneficios, la mayor parte de los cuales y los más elevados, los pagan las compañías de seguros relacionadas con el negocio. El Estado paga un número similar a civiles, incluyendo pensiones básicas solidarias (PBS) y del sistema antiguo, y otros beneficios previsionales, además de las pensiones militares (cuadro A-8).
En los últimos meses el número de pensiones AFP ha disminuido debido a la violenta caída de nuevas pensiones vitalicias (cuadros R-2 y R-7). Es decir, el número de nuevas pensiones ha sido menor que el de pensionados fallecidos.
El monto de las pensiones AFP queda fijo en UF al momento de jubilar y desde hace más de dos décadas promedia alrededor de 8 UF mensuales por persona. Dado que las remuneraciones han subido un promedio de 2,5 por ciento real anual en ese período , la tasa de reemplazo se ha reducido considerablemente, a cerca de un cuarto de las remuneraciones imponibles en la actualidad, y sigue bajando año tras año (cuadro R-2).
El fisco aporta subsidios monetarios directos, bonos de reconocimiento (BR) y aportes previsionales solidarios (APS), que equivalen a alrededor de un tercio de las pensiones pagadas por el sistema AFP, por lo cual la tasa de reemplazo autofinanciada por éste se reduce a menos de un quinto de las remuneraciones imponibles.
En el último año el monto promedio de las pensiones ha caído cerca de un 2 por ciento, a pesar de un importante incremento del subsidio fiscal, debido a una fuerte caída del aporte autofinanciado por las AFP (cuadros R-2 y R-3).
Las cotizaciones obligatorias recaudadas suman alrededor de 12.000 millones de dólares en 12 meses, al cambio vigente. Crecieron más de 10 por ciento en el año de la pandemia y son más del doble del costo de las pensiones AFP, que suman menos de 6.000 millones de dólares en ese período.
Más de un tercio de las pensiones son financiadas con subsidios fiscales directos, bonos de reconocimiento (BR) y aportes previsionales solidarios (APS).
El sistema AFP destina el equivalente a menos de un tercio de lo recaudado para financiar su aporte neto de menos de 3.500 millones de dólares anuales a las pensiones, desviando el resto al sistema financiero. Ésta es la causa de las bajas pensiones.
El excedente cercano a 9.000 millones de dólares anuales se traspasa a los mercados financieros, y en su mayor parte a compañías de seguros controladas por cuatro reconocidos grupos nacionales.
Dicho excedente ha sido apropiado por el sistema AFP mes tras mes, año tras año, desde su creación en 1981. Es decir, a lo largo de toda la historia de las AFP, a los afiliados y el fisco sólo les ha correspondido aportar dinero al sistema AFP para que lo gocen principalmente sus controladores, los que así se han hecho súper ricos.
La única excepción a lo anterior son las restituciones 10%, las que más que compensan los excedentes corrientes en los años 2020 y 2021, generando en esos años un flujo neto favorable a los afiliados (cuadros R-4, R-8 y R-9, gráfico R-1).
Desde su creación en junio de 1981, el sistema AFP recaudó cotizaciones obligatorias por más de 220 mil millones de dólares de hoy, cifra que excede el valor final del fondo en más de un tercio.
Destinó poco más de 35.000 millones de dólares, un quinto de lo recaudado, a pagar pensiones, las que el fisco complementa con más de 55 mil millones de dólares en subsidios monetarios directos, para enterar cerca de 90.0000 millones que el sistema pagó en pensiones. Es decir, el fisco aportó más que el sistema AFP a las pensiones pagadas por éste.
El excedente corriente de los aportes netos realizados por los trabajadores y el fisco al sistema de AFP, es decir, cotizaciones obligatorias y subsidios directos menos el costo total de las pensiones pagadas por éste, suma cerca de 190 mil millones de dólares y supera al valor final del fondo AFP.
Es decir, las ganancias brutas del fondo fueron absorbidas en su mayor parte por las comisiones y primas netas cobradas por el sistema, y el saldo, es decir, la ganancia neta del fondo, cubre apenas la mitad de los retiros 10% (cuadros R-6 y A-6).
En caso de recuperarse íntegramente el fondo, el flujo monetario de los aportes mensuales netos de afiliados y fisco al sistema de AFP registraría una tasa interna de retorno (TIR) en UF que oscila en torno al 2 por ciento anual, en promedio, muy lejos del casi 8 por ciento de rentabilidad promedio de cuota en UF que publicita el sistema. Calculada en dólares, dicha TIR es cerca de un punto inferior. Si además se recuperasen íntegramente las rentas vitalicias adeudadas, dicha tasa subiría alrededor de medio porcentual (cuadros R-5 y A-6.1).
En caso de recuperarse íntegramente el fondo, el flujo monetario de los aportes mensuales netos de afiliados y fisco al sistema de AFP registraría una tasa interna de retorno (TIR) en UF que oscila en torno al 2 por ciento anual, en promedio, muy lejos del casi 8 por ciento de rentabilidad promedio de cuota en UF que publicita el sistema. Calculada en dólares, dicha TIR es cerca de un punto inferior. Si se recuperasen íntegramente las rentas vitalicias adeudadas, dicha tasa subiría alrededor de medio porcentual (cuadros R-5 y A-6.1).
La propaganda AFP difunde que la mayor parte del fondo de pensiones corresponde a ganancias acumuladas gracias a su gestión del mismo, pero no descuentan las comisiones y primas embolsadas por los gestores del sistema, las que absorben más de la mitad de las ganancias brutas (cuadro R-6).
Las ganancias brutas del fondo, calculadas mensualmente según la variación de cuota en UF aplicada sobre el valor del fondo al último día del mes precedente, y acumuladas desde la creación del sistema en 1981, suman poco más de 100 billones de pesos y equivale a cerca de un 75 por ciento del fondo. Si dicho cálculo mensual se hace en dólares ajustados por el índice de precios al consumidor estadounidense, dichas ganancias suman poco más de 100 mil millones de dólares, equivalentes a dos tercios del fondo.
Sin embargo, las comisiones y primas netas cobradas por el sistema, suman más de 70 mil millones de dólares en el mismo período y absorben cerca de dos tercios de las ganancias brutas del fondo.
De este modo, el aporte de las ganancias netas se reduce a menos de un sexto del valor del fondo, mientras los aportes netos de afiliados y fisco explican más de cinco sextos del mismo.
Cabe hacer notar que los reguladores financieros exigen a los fondos mutuos descontar las comisiones que cobran a sus clientes, de la rentabilidad bruta que obtienen sus inversiones, de modo de informar correctamente de los beneficios que éstos obtienen de sus depósitos. La SP no hace la misma exigencia a las AFP.
Cabe hacer notar que los reguladores financieros exigen a los fondos mutuos descontar las comisiones que cobran a sus clientes, de la rentabilidad bruta que obtienen sus inversiones, de modo de informar correctamente de los beneficios que éstos obtienen de sus depósitos. La SP no hace la misma exigencia a las AFP.
Las ganancias netas del fondo son muy volátiles, porque las ganancias brutas oscilan fuertemente, mientras las comisiones y primas suben constantemente. En varias ocasiones las ganancias brutas del fondo, calculadas en dólares y acumuladas desde 1981, no alcanzaron a cubrir las comisiones y primas netas acumuladas en el mismo período. Ello sucedió a lo largo de los años 1980, en los años posteriores a la llamada crisis asiática, en el año 2008, y nuevamente en marzo del 2020 (cuadro R-6, gráfico R-1).
Los aportes netos de afiliados y el fisco al sistema de AFP explican la mayor parte del crecimiento del fondo de pensiones.
Los aportes corrientes netos de afiliados y fisco, cotizaciones más subsidios menos pensiones pagadas, oscilan alrededor de dos tercios del incremento del fondo si se miden en UF, y alrededor del 80 por ciento del mismo medidos en dólares.
AFP hacen publicidad engañosa cuando afirman que 70% del fondo se debe a ganancias logradas por su gestión. Normalmente oscilan en torno a un tercio de éste.
Las ganancias netas del fondo son muy volátiles, porque las ganancias brutas oscilan fuertemente, mientras las comisiones y primas suben constantemente. En varias ocasiones las ganancias brutas del fondo, calculadas en dólares y acumuladas desde 1981, no alcanzaron a cubrir las comisiones y primas netas acumuladas en el mismo período. Ello sucedió a lo largo de los años 1980, en los años posteriores a la llamada crisis asiática, en el año 2008, y nuevamente en marzo del 2020 (cuadro R-6, gráfico R-1).
Las compañías de seguros relacionadas con el negocio AFP se han embolsado, en propiedad plena, primas brutas de rentas vitalicias e invalidez y sobrevivencia (SIS), que equivalen a la mitad de las cotizaciones recaudadas por el sistema desde su creación en 1981, más de 100.000 millones de dólares, en moneda de hoy (cuadro R-8).
El grueso de esa cifra proviene de las llamadas primas “únicas” de rentas vitalicias, que consisten en la totalidad del fondo de pensiones de los nuevos jubilados en esta modalidad, cuya propiedad se traspasa a dichas compañías, y suman más de 80 mil millones de dólares desde 1981.
Las primas brutas cubrieron el costo de todas las pensiones vitalicias y cubiertas por el seguro, cuyo monto en el mismo período suma la mitad de las mismas, es decir, poco más de 55 mil millones de dólares, dejando un excedente, o primas netas, que se acerca a los 50 mil millones de dólares, el que ha sido embolsado por dichas compañías (cuadros R-8, A-2 y A-2.1).
De este modo, el flujo de dinero del sistema opera del siguiente modo: las AFP recaudan las cotizaciones y reciben el grueso de los subsidios fiscales, cobran sus comisiones y pagan las comisiones "fantasmas". También pagan directamente más de la mitad de las pensiones del sistema, pero las más bajas, las que representa sólo 1/3 del costo total de los beneficios pagados por este sistema.
Al mismo tiempo, traspasan la mitad de las cotizaciones recaudadas a las compañías de seguros, en forma de primas brutas de rentas vitalicias, principalmente, las que calculan según el total del valor registrado en los fondos de pensiones de los nuevos jubilados por renta vitalicia, y primas SIS.
Todos estos desembolsos se hacen con cargo a las cotizaciones y subsidios corrientes, sin tocar jamás el fondo, al que siempre se le traspasa el excedente de cotizaciones y subsidios después de efectuar dichos desembolsos.
Las compañías de seguros, por su parte, pagan menos de la mitad de las pensiones del sistema, pero las más elevadas, que representan dos tercios del costo total de los beneficios pagados por el sistema de AFP en su conjunto. Además de quedarse con dinero equivalente a la totalidad del fondo acumulado por los jubilados por renta vitalicia, las compañías de seguro les cobran una comisión por dicho servicio. Por otra parte, el fisco les aporta directamente el APS para suplementar las pensiones vitalicias más bajas, y los bonos de reconocimiento de los pensionados por renta vitalicia anticipada, al cumplir su edad de retiro.
Como dijo el presidente de la bolsa de comercio, Sr. Camus, “Los fondos de pensiones son esenciales en el funcionamiento de nuestro mercado de capitales. Lo que hacen las AFP es administrar los ahorros. Ellos no dan pensiones. El fuerte es dado por las compañías de seguros de vida. Ellos son los que realmente generan las pensiones. Lo que hacen las AFP es ahorrar o administrar este ahorro hasta que se entrega a una compañía de seguros para que dé una pensión” (EM 5/5/20210).
El negocio de seguros relacionados con las AFP es la forma principal en que un puñado de grandes empresarios se embolsan el dinero de las cotizaciones, a costa de dejar en la miseria a jubilados, dos tercios de las cuales son mujeres. Como se verá, dicho negocio ha sufrido un fuerte traspié por la violenta caída en nuevas jubilaciones vitalicias después del 18-O, la pandemia y la devolución 10%.
+) Las comisiones y primas netas embolsadas por el sistema AFP, que alcanzan a una tercera parte del total de cotizaciones recaudadas desde 1981, se distribuyen de la siguiente manera: Las AFP se han embolsado 1/3 de las mismas en comisiones de administración. Adicionalmente, pagan la mitad de esa cifra como "comisiones fantasmas" a gestores externos de fondos, las que descuentan de la ganancia de cuota del fondo.
Las compañías de seguros, por su parte, se han embolsado 2/3 del total de comisiones y primas netas. Éstas últimas se componen de "primas únicas" brutas de rentas vitalicias, y seguro de invalidez y sobrevivencia, SIS, que alcanzan a la mitad de las cotizaciones, menos los beneficios pagados por compañías de seguros. Dicho pago de beneficios ha absorbido poco más de la mitad de las primas brutas. Además de quedarse con dinero equivalente a la totalidad del fondo acumulado por los jubilados por renta vitalicia, las compañías de seguro les cobran una comisión por dicho servicio.
Por otra parte, el fisco les aporta directamente el APS para suplementar las pensiones vitalicias más bajas, y los bonos de reconocimiento de los pensionados por renta vitalicia anticipada, al cumplir su edad de retiro.
De este modo, el flujo de dinero del sistema opera del siguiente modo: las AFP recaudan las cotizaciones y reciben el grueso de los subsidios fiscales, cobran sus comisiones y pagan las "fantasmas". También pagan directamente más de la mitad de las pensiones del sistema, pero las más bajas, las que representa sólo 1/3 del costo total de las beneficios pagados por este sistema.
Al mismo tiempo, traspasan la mitad de las cotizaciones recaudadas a las compañías de seguros, en forma de primas brutas de rentas vitalicias, principalmente, las que calculan según el total del valor registrado en los fondos de pensiones de los nuevos jubilados por renta vitalicia, y las primas del SIS.
Todos estos desembolsos se hacen con cargo a las cotizaciones y subsidios corrientes, sin tocar jamás el fondo, al que siempre se le traspasa el excedente de cotizaciones y subsidios después de los mismos.
Las compañías de seguros, por su parte, pagan menos de la mitad de las pensiones del sistema, pero las más elevadas, que representan dos tercios del costo total de los beneficios pagados por el sistema de AFP en su conjunto.
Como dijo el presidente de la bolsa de comercio, Sr. Camus, “Los fondos de pensiones son esenciales en el funcionamiento de nuestro mercado de capitales. Lo que hacen las AFP es administrar los ahorros. Ellos no dan pensiones. El fuerte es dado por las compañías de seguros de vida. Ellos son los que realmente generan las pensiones. Lo que hacen las AFP es ahorrar o administrar este ahorro hasta que se entrega a una compañía de seguros para que dé una pensión” (EM 5/5/20210).
Las compañías de seguros relacionadas con el negocio AFP se han embolsado, en propiedad plena, primas brutas de rentas vitalicias e invalidez y sobrevivencia, que equivalen a la mitad de las cotizaciones recaudadas por el sistema desde su creación en 1981, cerca de 100.000 millones de dólares, en moneda de hoy (cuadro R-7).
El grueso de esa cifra proviene de las llamadas primas “únicas” de rentas vitalicias, que consisten en la totalidad del fondo de pensiones de los nuevos jubilados en esta modalidad, cuya propiedad se traspasa a dichas compañías, y suman cerca de 80 mil millones de dólares desde 1981.
Las primas brutas cubrieron el costo de todas las pensiones vitalicias y cubiertas por el seguro, cuyo monto en el mismo período suma la mitad de las mismas, es decir, poco más de 50 mil millones de dólares, dejando un excedente, o primas netas, que se acerca a los 50 mil millones de dólares, el que ha sido embolsado por dichas compañías (cuadros R-8, A-2 y A-2.1).
Como dijo el presidente de la bolsa de comercio, Sr. Camus, “Los fondos de pensiones son esenciales en el funcionamiento de nuestro mercado de capitales. Lo que hacen las AFP es administrar los ahorros. Ellos no dan pensiones. El fuerte es dado por las compañías de seguros de vida. Ellos son los que realmente generan las pensiones.” (EM 5/5/20210).
El negocio de seguros relacionados con las AFP ha sido la forma principal en que un puñado de grandes empresarios se han embolsado el dinero de las cotizaciones, a costa de dejar en la miseria a las jubiladas, dos tercios de las cuales son mujeres.
Como se verá, dicho negocio ha sufrido un fuerte traspié por la violenta caída en nuevas jubilaciones vitalicias después del 18-O, la pandemia y la devolución 10%.
(+) Las comisiones y primas netas embolsadas por el sistema AFP alcanzan a una tercera parte del total de cotizaciones recaudadas desde 1981, más o menos lo mismo que el sistema ha aportado al pago de pensiones.
Se distribuyen de la siguiente manera: Las AFP se han embolsado 1/3 de las mismas en comisiones de administración. Adicionalmente, pagan la mitad de esta última cifra como "comisiones fantasmas" a gestores externos de fondos, las que descuentan de la ganancia de cuota del fondo.
Las compañías de seguros, por su parte, se han embolsado 2/3 del total de comisiones y primas netas. Éstas últimas se componen de "primas únicas" brutas de rentas vitalicias, y seguro de invalidez y sobrevivencia, SIS, que alcanzan a la mitad de las cotizaciones, menos los beneficios pagados por compañías de seguros. Dicho pago de beneficios ha absorbido poco más de la mitad de las primas brutas.
De este modo, el flujo de dinero del sistema opera del siguiente modo: las AFP recaudan las cotizaciones y reciben el grueso de los subsidios fiscales, cobran sus comisiones y pagan las comisiones "fantasmas". También pagan directamente más de la mitad de las pensiones del sistema, pero las más bajas, las que representa sólo 1/3 del costo total de las beneficios pagados por este sistema.
Al mismo tiempo, traspasan la mitad de las cotizaciones recaudadas a las compañías de seguros, en forma de primas brutas de rentas vitalicias, principalmente, las que calculan según el total del valor registrado en los fondos de pensiones de los nuevos jubilados por renta vitalicia, y las primas del SIS.
Todos estos desembolsos se hacen con cargo a las cotizaciones y subsidios corrientes, sin tocar jamás el fondo, al que siempre se le traspasa el excedente de cotizaciones y subsidios después de efectuar dichos desembolsos.
Las compañías de seguros, por su parte, pagan menos de la mitad de las pensiones del sistema, pero las más elevadas, que representan dos tercios del costo total de los beneficios pagados por el sistema de AFP en su conjunto. Además de quedarse con dinero equivalente a la totalidad del fondo acumulado por los jubilados por renta vitalicia, las compañías de seguro les cobran una comisión por dicho servicio. Por otra parte, el fisco les aporta directamente el APS para suplementar las pensiones vitalicias más bajas, y los bonos de reconocimiento de los pensionados por renta vitalicia anticipada, al cumplir su edad de retiro.
Como dijo el presidente de la bolsa de comercio, Sr. Camus, “Los fondos de pensiones son esenciales en el funcionamiento de nuestro mercado de capitales. Lo que hacen las AFP es administrar los ahorros. Ellos no dan pensiones. El fuerte es dado por las compañías de seguros de vida. Ellos son los que realmente generan las pensiones. Lo que hacen las AFP es ahorrar o administrar este ahorro hasta que se entrega a una compañía de seguros para que dé una pensión” (EM 5/5/20210)
El negocio de seguros relacionados con las AFP es la forma principal en que un puñado de grandes empresarios se embolsan el dinero de las cotizaciones, a costa de dejar en la miseria a jubilados, dos tercios de las cuales son mujeres.
Sólo cuatro grupos de compañías de seguros, Consorcio, exCorpbanca/Confuturo, Bice y Penta, en ese orden, en conjunto se han embolsado la mitad de las “primas únicas” de renta vitalicia, desde que se publican estos registros el año 2003 (cuadro R-7.1). Penta encabezó esta lista en los últimos doce meses (cuadro A-2.2).
Asumiendo dicha proporción, y considerando el total de primas brutas embolsadas por las compañías de seguros, incluyendo rentas vitalicias y seguros de invalidez y sobrevivencia, se puede estimar que estos cuatro grupos se han embolsado por esta vía alrededor de 50.000 millones de dólares, una cuarta parte de las cotizaciones totales recaudadas por las AFP desde 1981 (cuadros R-8, R-9 y A-2.2).
Por otra parte, según registra Fundación Sol, los grupos económicos propietarios de esas compañías, Hurtado Vicuña, Saieh/Cámara Construcción, Matte y Penta, son depositarios además de una cuarta parte de las inversiones del fondo de pensiones en empresas nacionales. El resto de estas inversiones lo comparten con los principales grupos económicos que operan en el país, encabezados por el grupo Luksic (cuadros A-2.2 y A-2.3).
Por estas dos vías, primas de seguros por una parte, e inversiones del fondo de pensiones en préstamos y capital accionario, por otra, los cuatro grupos económicos nacionales que controlan las rentas vitalicias han sido los principales beneficiarios del sistema de AFP.
Las compañías de rentas vitalicias de las estadounidenses Metlife y Principal, que hace pocos años adquirieron las AFP Provida y Cuprum eludiendo impuestos, en conjunto se han apropiado primas únicas equivalentes al 25 por ciento de las cotizaciones recaudadas desde que existe este registro; un 15,5 por ciento en los últimos doce meses y un 16,5% por ciento en diciembre (cuadros A-2.2 y A-2.3).
El comportamiento ético de los grupos propietarios de las compañías de seguros que se han apropiado la mayor tajada de las cotizaciones previsionales deja mucho que desear. Es conocido que los jefes del grupo PENTA fueron condenados y encarcelados por evasión de impuestos y financiamiento ilegal de la política. El grupo Saieh acaba de entrar en cesación de pagos, misma situación que afrontó antes Inverlink, que también era propietario de una compañías de seguros, dejando a sus jubilados vitalicios con reducidas pensiones a cargo del Estado.
El principal ejecutivo de la compañía Chilena Consolidada, y expresidente de la asociación gremial respectiva, renunció al ser acusados de pagar coimas a los sindicatos de CODELCO. La firma se ubica en séptimo lugar tras las seis antes mencionadas, en lo que respecta al cobro de primas de rentas vitalicias AFP.
Tampoco escapan a estas situaciones las compañías extranjeras Metlife y Principal, que usaron subterfugios para eludir impuestos al ingresar a Chile, perdieron casi todo su valor bursátil y debieron ser rescatadas por el gobierno estadounidense en la crisis del 2008 (cuadros A-2.2 y A-2.3).
El comportamiento ético de los grupos propietarios de las compañías de seguros que se han apropiado la mayor tajada de las cotizaciones previsionales deja mucho que desear (ver más) (cuadros A-2.2 y A-2.3).
Es conocido que los jefes del grupo PENTA fueron condenados y encarcelados por evasión de impuestos y financiamiento ilegal de la política. El grupo Saieh acaba de entrar en cesación de pagos, misma situación que afrontó antes Inverlink, que también era propietario de una compañías de seguros, dejando a sus jubilados vitalicios con reducidas pensiones a cargo del Estado. El principal ejecutivo de la compañía Chilena Consolidada, y expresidente de la asociación gremial respectiva, renunció al ser acusados de pagar coimas a los sindicatos de CODELCO. La firma se ubica en séptimo lugar tras las seis antes mencionadas, en lo que respecta al cobro de primas de rentas vitalicias AFP.
Tampoco escapan a estas situaciones las compañías extranjeras Metlife y Principal, que usaron subterfugios para eludir impuestos al ingresar a Chile, perdieron casi todo su valor bursátil y debieron ser rescatadas por el gobierno estadounidense en la crisis del 2008
Todo lo anterior cambió tras el 18-O, la pandemia y la devolución del 10%. El flujo de primas netas embolsadas por las compañías de seguros relacionadas con el negocio de las AFP se ha reducido violentamente hasta hacerse negativo en algunos meses, como resultado de la drástica reducción en el número de nuevos jubilados vitalicios debido a la crisis (cuadro R-6).
La venta forzada de primas únicas de rentas vitalicias se paralizó casi completamente el 2020, pero se ha recuperado el 2021, aunque todavía se encuentra en la mitad de sus niveles normales (gráfico R-3).
Al no contar con el flujo continuado de “primas únicas” con el cual han cubierto hasta ahora sus compromisos, está por verse si las compañías de seguros tienen la solvencia requerida para pagar las pensiones vitalicias adeudadas, las que representan un compromiso de tres mil millones de dólares anuales durante un par de décadas.
Recientemente, el presidente de la asociación respectiva declaró que la sola obligación de restituir el 10 por ciento a sus actuales pensionados podría dejar algunas en la insolvencia. Eso ya sucedió hace unos años con el grupo Inverlink, y pudo ocurrir con las del grupo Saieh en el año 2013, al que forzaron a traspasarlas a la Cámara de la Construcción.
Del fiel cumplimiento de estas obligaciones por parte de estas compañías depende el que todo el experimento de privatización no termine como el más gigantesco esquema Ponzi de la historia.
El fisco financió más de tres cuartas partes del gasto total en pensiones en el país, mientras el “ahorro” en AFP aporta menos de un cuarto, en los últimos 12 meses.
El fisco financia dos tercios de las pensiones civiles, incluido un tercio de las pagadas por AFP, además de las pensiones básicas solidarias y las del sistema antiguo. Adicionalmente, gasta una cifra dos veces superior a las pensiones solidarias en “otras prestaciones previsionales”, de las cuales la mayor parte son subsidios indirectos a las AFP, como los incentivos al retiro, por ejemplo. Además, paga las pensiones militares.
De este modo, de los más de 15.000 millones de dólares que totalizó el gasto nacional en pensiones, más de 12.000 millones fueron financiados con cargo al presupuesto fiscal, mientras el aporte neto del sistema de AFP no alcanzó a 3.700 millones de dólares, asimismo financiados con una parte menor de las cotizaciones corrientes, en los últimos 12 meses (cuadros R-8, A-4.1).
Es decir, también en Chile como en todo el mundo, las pensiones se pagan con impuestos corrientes, lo que peyorativamente denominan “reparto”, y no con ahorro. Sin embargo, el impuesto al trabajo respectivo, es decir las cotizaciones, se desvían en su mayor parte y a perpetuidad al sistema financiero.
Por este motivo las pensiones son muy bajas y el Estado debe incurrir en onerosos subsidios monetarios directos e indirectos para complementar las pensiones civiles. Sólo en APS, BR, PBS, Reparto, y otras prestaciones previsionales que en su mayor parte son incentivos al retiro, el fisco gastó lo mismo que “ahorra” en inciertos mercados financieros, unos 6.400 millones de dólares, que es el excedente entre cotizaciones y aporte AFP a las pensiones, en los últimos 12 meses (Cuadros R-3, R-8, A-3.2 y A-8).
El desvío de las cotizaciones obligatorias al ahorro forzoso es la causa principal del déficit y endeudamiento fiscal. La dictación del DL3.500 en 1981 ha generado hasta ahora un déficit fiscal que equivale al 70 por ciento del PIB del último año, incluyendo 12 mil millones de dólares en los últimos 12 meses, equivalente a 3,5 por ciento del PIB. Dicho déficit se convierte en superávit fiscal corriente si todas las personas afiliadas se cambian al IPS.
El Estado ha dejado de recaudar las cotizaciones, que suman cerca de 270.000 millones de dólares de hoy, incluyendo 14 mil millones de dólares en los últimos 12 meses. Por otra parte ha subsidiado en forma directa con cerca de 70 mil millones, incluyendo cerca de 4 mil millones en los últimos 12 meses, el pago de pensiones AFP, cubriendo el 60 por ciento del valor total de éstas, que suma más de 110 mil millones, incluyendo cerca de 6.300 millones en los últimos 12 meses.
Para financiar esos subsidios, el fisco se ha endeudado con el propio fondo y las reservas técnicas que respaldan las pensiones vitalicias, en un monto que equivale a los subsidios directos al pago de pensiones AFP, deuda que alcanza a dos tercios de la deuda fiscal total. Esa deuda se salda si los afiliados traspasan al IPS sus cotizaciones pasadas, (cuadros R-5, R-9 y R-12).
Si utiliza parte de dicho superávit corriente en mejorar sustantivamente las pensiones actuales, el Estado podría ahorrar adicionalmente cuantiosos subsidios indirectos como los incentivos al retiro. De este modo, por ejemplo, podría duplicar el actual gasto total en pensiones AFP y aún así quedar con un superávit corriente del orden de más de 7 mil millones de dólares anuales.
Finalmente, hay que considerar que las compañías de seguro deberán continuar pagando por más de una década las rentas vitalicias que adeudan, lo que actualmente les significa aportar más de tres mil millones de dólares anuales.
De este modo, al derogar el DL3.500, y hacerse cargo del pago de todas las pensiones, el Estado puede duplicar el monto promedio de las actuales y generar un superávit corriente cercano a once mil millones de dólares anuales (cuadros R-9, R-12 y 3.1).
Terminar el ahorro forzoso AFP permite reducir la edad efectiva de jubilación a la legal y duplicar de inmediato el monto de las pensiones, las que en lo sucesivo se reajustan de modo que mantengan una proporción definida con los salarios imponibles. Las sólas cotizaciones permiten sostenerlas hacia el futuro sin subir su tasa durante muchos años ni la edad de jubilación hasta fin de siglo (propuesta “C” de profesora Oreziak). Aún así se genera un enorme superávit fiscal que durante la primera década puede estimarse en cerca de 8,7 billones de pesos anuales, equivalentes a poco más de US$10 mil millones/año, un 20% del presupuesto fiscal y 4,5% del PIB (cuadro 3.1).
Dicha estimación supone terminar con sistema AFP y reconstruir el sistema público de seguro social destruido por la dictadura. Los afiliados se transfieren al IPS, que se hace cargo de recaudar cotizaciones, pagar pensiones y administrar cuentas. Resulta esencial transferir asimismo al Estado el esquema de rentas vitalicias, que actualmente es la vía principal de apropiación de fondos previsionales por parte de grandes empresas privadas. El Banco Central u otra institución pública puede asumir la gestión del fondo pensiones. Lo anterior no representa desembolso significativo para las instituciones públicas.
Todo lo anterior se logra sin rescatar del fondo de pensiones acumulado más dinero de lo que el actual sistema carga contablemente al mismo. Es decir, se harían efectivos los retiros del fondo para pagar los actuales retiros programados, así como el traspaso de fondos de los nuevos jubilados por rentas vitalicias, que hoy se apropian las compañías de seguros privadas. Actualmente este flujo de dinero se paga con parte de las cotizaciones corrientes, las que en el nuevo esquema se utilizan para pagar pensiones corrientes.
De este modo, el fondo de pensiones acumulado se devuelve a sus legítimos propietarios y su monto se reduce al nivel razonable para una reserva técnica del nuevo sistema de seguro social, que nunca excede dos o tres años de cotizaciones. El fondo actual equivale a veinte años de cotizaciones y crece año a año con los excedentes de éstas. Las grandes empresas que hoy lo tienen en su poder en forma de préstamos y capital accionario, tienen la obligación de devolverlo lo antes posible, íntegramente, a sus legítimos dueños a cuyo nombre está registrado.
En el caso de los nuevos pensionados el fondo estos recuperan su fondo al momento de jubilar, para contratar con el Estado sus nuevas pensiones vitalicias públicas duplicadas en monto. En el caso de los actuales retiros programados, su fondo remanente puede transferirse asimismo al fisco al momento de convertir dichas pensiones en nuevas pensiones vitalicias públicas de monto duplicado, un flujo adicional de recursos al fisco no considerado en la estimación anterior.
Los trabajadores activos pueden disfrutar asimismo de su fondo acumulado. Este fondo de salarios no puede destinarse más a préstamos o financiar capital empresarial. Sólo puede utilizarse en inversiones de beneficio directo a los trabajadores, como créditos a sus propietarios a tasas razonables para refinanciar sus deudas, construcción de habitaciones sociales, o préstamos al gobierno para financiar otras prestaciones sociales en beneficio directo de los propios afiliados. El principio general que debe regir el nuevo sistema de seguro social es que las cotizaciones previsionales son dinero de los trabajadores, cuyo destino exclusivo es financiar pensiones dignas a los trabajadores y trabajadoras jubiladas. Ni un sólo peso puede desviarse a otros destinos, menos que nada a beneficio del empresariado.
Terminar el sistema de ahorro forzoso pondrá fin a la irracional práctica actual de endeudar al fisco para “ahorrar”. En efecto, en los últimos doce meses a enero 2020, el fisco gastó poco menos de 5,8 billones de pesos en pensiones civiles, incluyendo subsidios directos a pensiones AFP, pensiones no contributivas y otras prestaciones previsionales, que equivalen a unos 6.769 millones de dólares (855 $/US$), cifra muy similar al incremento de la deuda pública en el período. Por otro lado, “ahorró” en inciertos y onerosos mercados financieros el excedente entre cotizaciones recaudadas y aporte neto de las AFP a pensiones, que sumó poco más de 5,2 billones de pesos que equivalen a 6.096 millones de dólares.
Es decir, el sistema de pensiones basado en el “ahorro” se traduce en la irracionalidad fiscal de endeudarse para ahorrar. Este fue motivo principal por el cual el esquema de pensiones basado en “capitalización individual” fue terminado en años recientes en diversos países que lo habían adoptado parcialmente en décadas precedentes, entre los cuales se cuentan Argentina, Bolivia, Bulgaria, Hungría, Polonia, Rumania y Rusia (cuadro 3.2).
Los más de 11 millones de afiliados activos al sistema de AFP son un registro individual, identificado con RUT, nombre y apellido, de la población trabajadora.
Ésta constituye la abrumadora mayoría de la población mayor de 16 años, y prácticamente toda aquella mayor de 30 años, que no está pensionada. Casi todos (95%) se identifican como trabajadores dependientes y cerca de la mitad (47%) son mujeres.
Su número crece poco menos de un cuarto de millón por año, incluso en un año de crisis como el recién pasado. Desde el inicio de este registro el año 2003, se ha incrementado un 60 por ciento, a una tasa de 2,7% anual. El número de mujeres crece más rápido (3,2%) anual y casi se ha duplicado (1,8 veces) desde entonces.
Por otra parte, las más de seis millones de cotizaciones de cada mes, que crecen a una tasa superior a 3% anual, registran el número de ocupaciones asalariadas, en su abrumadora mayoría con contrato salarial pero asimismo en los últimos años, aquellas con contrato a honorarios.
Es decir, los registros de afiliados miden las personas que trabajan y los de cotizaciones miden los empleos. Las primeras entran y salen constantemente de los segundos, que por lo general son de corta duración.
Casi todos los afiliados, cerca del 90 por ciento de los hombres y 80 por ciento de las mujeres, ha cotizado en los últimos cinco años.
Los más de 11,5 millones de afiliados activos al sistema de AFP son un registro individual, identificado con RUT, nombre y apellido, de toda la población trabajadora no jubilada. A diferencia de otros países americanos y sin perjuicio del notable aporte de sucesivas generaciones de inmigrantes de diferentes nacionalidades, la abrumadora población trabajadora tradicional era nacida en el país y tenía nacionalidad chilena.
En las últimas décadas, sin embargo, la inmigración ha sido un fenómeno masivo que recientemente ha empezado a reflejarse en las estadísticas del sistema previsional y fundamenta esta nueva serie de IMACEI-CENDA.
Se comprueba que en pocos años la población trabajadora de otras nacionalidades, se ha elevado a 1,2 millones, lo que representa poco más del 10 por ciento del total. La mitad proviene de Venezuela y Perú, y un tercio adicional de Haití, Colombia y Bolivia.
Desde septiembre de 1919 hasta marzo de 2022 la población trabajadora del país ha crecido a un ritmo de 178 mil por año a una tasa de 1,6 por ciento. La población trabajadora de nacionalidad chilena se incrementó en poco más de 84 mil por año a una tasa de a una tasa de 0,9 por ciento, mientras la de otras nacionalidades creció en 73 mil por año una tasa de 6,5 por ciento anual, aportando la mitad del crecimiento total en hombres y algo menos en mujeres que en el país crecen más rápido.
El número de cotizaciones totales pagadas en sistema de AFP, originadas principalmente en ocupación y salarios del mes precedente, muestra que el número de empleos formales se ha recuperado de su fuerte caída del año 2020, logrando sostenerse siempre por encima de los seis millones y a fines de 2022 bordea los siete millones, en en 700 mil más que antes de la pandemia. En esos empleos formales rotan constantemente cerca de 12 millones de personas afiliadas activas (cuadro 1, gráfico 1).
Ello se debió principalmente a los retiros, que sostuvieron la actividad económica general. también a los programas de protección al empleo, los que durante la pandemia mantuvieron a un cuarto de millón de personas con contrato vigente pero suspendido, y sus remuneraciones y cotizaciones subsidiadas por el Estado.
El Índice Mensual de Ocupación Asalariada, IMOA-CENDA, calculado como promedio móvil de los últimos doce meses de cotizaciones AFP rezagadas en un mes, ha crecido a una tasa promedio de tres por ciento en lo que va del siglo.
La ocupación asalariada así medida superó el 46 por ciento de la población mayor de 16 años, cerca de 54 por ciento en hombres y 40 por ciento en mujeres. Es la participación más alta registrada en ambos casos. El 2020 había caído a menos del 42 por ciento.
Esta medida es el mejor indicador del grado de modernización de la estructura social que se experimenta durante la urbanización y también de la actividad económica. En los EE.UU., por ejemplo, alcanzaba a mediados del siglo pasado un nivel similar al de Chile hoy, pero se elevó hasta un máximo de 62 por ciento a finales del mismo. La crisis secular lo hizo retroceder hasta un mínimo de 54 por ciento el 2011 y recaer hasta ese mínimo el 2020. Actualmente se ha recuperado pero todavía no alcanza sus niveles preCOVID y está lejos de los de inicios del siglo.
El número de cotizaciones totales pagadas en el sistema de AFP en el mes de enero del año 2020 alcanzó a 6.528.164.-, originadas principalmente en la ocupación y salarios del mes precedente. Experimentó una variación de 4,4 por ciento respecto del mismo mes del año anterior, un ritmo muy elevado que se explica en parte por un número importante de cotizaciones pagadas con retraso.
El Índice Mensual de Ocupación Asalariada, IMOA-CENDA, calculado como el promedio móvil de los últimos doce meses de cotizaciones AFP rezagadas en un mes, alcanzó en diciembre del año 2019 el valor 114.0 con base 100 en diciembre del año 2013. Experimentó una variación de, 0,38 por ciento respecto del mes precedente y 3,0 por ciento respecto del mismo mes del año anterior, cerca de su promedio de 3,2 por ciento en el último cuarto de siglo. La ocupación asalariada así medida alcanzó una proporción de 42,2 por ciento de la población mayor de 16 años, un 0,3 por ciento mayor al mes precedente y 2,06 por ciento por encima del mismo mes del año anterior. Esta proporción subió a 49,6 por ciento en hombres y a 35,1 por ciento en el caso de las mujeres , la más alta registrada en ambos casos.
Los empleos asalariadas ocupados por mujeres representaron un 74,5 por ciento de los ocupados por hombres, razón que fue igual a 1,011 veces la del mes anterior, es decir, no cambió. Ellas han venido incrementando secularmente su participación en el empleo asalariado, sosteniendo el empleo general en algunos períodos de bajo crecimiento .
Índice mensual de ocupación asalariada IMOA-CENDA es un indicador muy sensible de la actividad económica. La variación de su promedio móvil de 12 meses, respecto del mes precedente y del mismo mes del año anterior, indican generalmente con precisión la aceleración y freno del PIB.
Cuando la variación es negativa respecto del mes anterior el PIB se contrae. Contracciones a lo largo de varios meses (barras blancas en el gráfico) sólo ocurren en recesiones o períodos de estancamiento.
Este indicador registra períodos recesivos iniciados en los años 1998, 2000, 2002, 2008 y 2010 y 2016 y 2020.
El más prolongado fue el iniciado el 2002. Los más severos han sido los iniciados en 1998 y 2020. Este último se extendió entre marzo del año 2020 y marzo de 2021, perdiendo
La economía se recuperó con fuerza desde marzo de 2021 hasta marzo de 2023, sobrepasando en casi 750 mil empleos su nivel previo a la crisis. A partir de ese momento empezó a caer nuevamente, perdiendo miles de empleos al mes de modo creciente..
Períodos recesivos que han sido registrados por la disminución del promedio móvil de 12 meses del número de cotizantes totales, por debajo del mes precedente, han tenido lugar en: 06/98 - 08/99, 05/00 - 06/01, 09/02 - 02/05, 11/08 - 03/10, 08/16 - 10/17 y 03/20 - 03/21.
El Índice Mensual de Actividad Económica Interna, IMACEI-CENDA, se calcula a partir del promedio de 12 meses del número de cotizantes totales, rezagado en un mes. Coincide estrechamente con el IMACEC del BC, y ambos con la variación del Producto Interno Bruto (PIB), a lo largo del último cuarto de siglo.
Desde el estallido social de octubre del año 2019 y durante todo el 2020 afectado por el COVID, el empleo asalariado medido por el número de cotizantes cayó menos que la actividad económica medida por el BC.
En parte ello se debe a que alrededor de un cuarto de millón de empleos, poco menos de un 5% de los seis millones que totalizan, estuvo acogido a protección del empleo implementado en crisis COVID.
La rapidísima recuperación del IMACEC a mediados del 2021 ha acercado nuevamente ambos indicadores, los que se aproximan a sus niveles preCOVID (gráfico IMACEI vs IMACEC).
El promedio móvil de 12 meses del Índice Mensual de Actividad Económica Interna, IMACEI-CENDA, calculado a partir de los cotizantes totales , alcanzó en diciembre del año 2019 un valor 115,3 con base 100 en diciembre del año 2013. Dicho valor tuvo una variación de 0,4 por ciento respecto del mes precedente y 3,2 por ciento respecto del mismo mes del año anterior (gráfico IMOA H y M).
En diciembre del año 2019, el promedio móvil de 12 meses del Índice Mensual de Actividad Económica, IMACEC, publicado por el Banco Central, alcanzó un valor de 112,8 con base 100 en diciembre del año 2013. Dicho valor tuvo una variación de 0,1 por ciento respecto del mes precedente y 1,2 por ciento respecto del mismo mes del año anterior. Este indicador está disponible hasta enero del año 2020, mes en que subió 1,2 por ciento en 12 meses. Cabe resaltar que estos promedios móviles de IMACEI-CENDA e IMACEC-BC coinciden muy cercanamente, y ambos con la variación del Producto Interno Bruto (PIB). De este modo, el crecimiento del PIB en doce meses a diciembre del año 2019 debería estar en el rango de 3,2 a 1,2 por ciento (gráfico IMACEI vs IMACEC).
Los fondos de cesantía han sido utilizados para financiar los programas de protección del empleo durante la pandemia, para lo cual se han girado 1,3 billones de pesos entre abril del año 2020 y marzo del año 2021.
En régimen normal, se gira de estos fondos una suma de un orden similar para financiar los pagos regulares de cesantía, los que son cuantiosos por la elevada rotación de los empleos asalariados, la mayor parte de los cuales dura menos de un año.
Los fondos son repuestos mes a mes por cotizaciones salariales desembolsadas por los empleadores, complementadas con subsidios fiscales. Dichos aportes normalmente exceden los pagos de beneficios de cesantía, lo cual ha permitido acumular en el fondo alrededor de 10 años de giros normales para este objeto.
En el año 2020, los giros para cesantía representaron poco menos de 1,4 billones de pesos y los aportes fueron un poco más de 1,8 billones, es decir, los giros alcanzaron a tres cuartas partes de los aportes.
El excedente financió alrededor de la tercera parte de los giros extraordinarios destinados a programas de protección del empleo. Como resultado de ello, el fondo acumulado disminuyó relativamente poco, alrededor de una décima parte.
Las liquidaciones de sueldos pagadas, calculadas como el promedio móvil de 12 meses del índice de remuneraciones reales, medidas por IRR-CENDA, sostuvieron su nivel real cercano al millón de pesos mensuales.
Sin embargo, como se muestra más abajo, los ingresos salariales percibidos por las personas afiliadas resultan significativamente inferiores, puesto que si bien casi todas han trabajado en años recientes, no todas consiguen un empleo todos los meses, ni mucho menos.
El promedio de remuneraciones imponibles de las mujeres siguió acercándose al 90 por ciento de las remuneraciones masculinas. Llama la atención, sin embargo, que si bien esa proporción mejoró unos 10 puntos porcentuales en el último cuarto de siglo, ya lo había logrado a mediados de la década pasada.
La masa de remuneraciones imponibles de cotizantes, medida por el índice respectivo IMR-CENDA, continuó creciendo a un ritmo significativo. Su volumen total, así como sus componentes empleo y salarios, siguen creciendo a tasas parecidas a sus promedios anuales respectivos de 5,8, 3,2 y 2,6 por ciento, a lo largo del último cuarto de siglo.
Los 11,5 millones de personas activas afiliadas al sistema de AFP son un registro individual, identificado con RUT, nombre y apellido, de la población trabajadora. Por otra parte, los 6,6 millones de cotizaciones de cada mes son un censo el número de liquidaciones de sueldos pagadas en otras tantas ocupaciones dependientes.
Los registros de afiliadas miden las personas que trabajan y los de cotizaciones miden los empleos. Las primeras entran y salen constantemente de los segundos, que por lo general son de corta duración. De este modo, casi todas las afiliadas han cotizado en años recientes, pero muy pocas sin interrupciones.
Las remuneraciones individuales promedio y la masa salarial, pagadas en un mes determinado, son percibidas por las personas que encontraron ocupación en ese mes, pero no todas consiguen empleo todo el tiempo, ni mucho menos. Cada mes cotiza poco más de la mitad de las personas afiliadas y al mes siguiente otras personas ocupan esas plazas, de modo que al cabo de algunos años todas han conseguido alguna.
Los ingresos salariales promedio de las personas que componen la fuerza de trabajo resultan así inferiores a las remuneraciones pagadas en un mes determinado.
El promedio de ingresos salariales de quienes tuvieron empleo en el último año es cerca de 80 por ciento del promedio de remuneraciones pagadas ese mismo año. Dicha proporción baja a cerca de 70 por ciento entre quienes lograron un empleo en los últimos tres años, a cerca de 60 por ciento entre quienes accedieron a empleo formal en los últimos cinco años, y se reduce a menos de la mitad para el conjunto de afiliados registrados.
El monto de las pensiones AFP ha subido poco en las últimas tres décadas y absolutamente nada en la última década y media. Dicho monto representa así una proporción menor y sucesivamente decreciente de las remuneraciones pagadas. En la última década y media, la denominada tasa de reemplazo, es decir, la proporción corriente entre el monto de las pensiones y los salarios, se ha reducido desde 40 por ciento en 2008 a un 27,5 por ciento en la actualidad. Si se compara el monto promedio de las pensiones AFP con el promedio de las remuneraciones pagadas en la última década y media, la tasa de reemplazo promedio del período es de 30 por ciento. Si el monto promedio de las pensiones se compara con los ingresos salariales promedio percibidos por las personas hoy registradas como afiliadas activas, dicha proporción sube a 57,8 por ciento, en ese período.
Sin embargo, dado que la mayor parte de las pensiones AFP es financiada por subsidios fiscales, las mismas proporciones anteriores se reducen considerablemente si la comparación se hace con la parte autofinanciada de las pensiones AFP. La tasa de reemplazo promedio de las pensiones autofinanciadas baja a 15,6 por ciento promedio en la última década y media, proporción que se reduce a 14,6 por ciento en los últimos 12 meses a octubre de 2022 y a 10,6 por ciento en el último mes. Estas mismas proporciones aplicadas a los ingresos salariales percibidos por las personas hoy afiliadas activas, alcanzan a 30,2 por ciento, 17,2 por ciento y 10,6 por ciento, respectivamente.
La masa anual de remuneraciones de cotizantes se eleva a más de 60 billones de pesos, algo menos que un tercio del PIB.
Ha crecido a una tasa promedio de 5,8 por ciento en últimas dos décadas, mientras el PIB (medido por IMACEI) ha crecido 4,5 por ciento.
De este modo la participación de los asalariados ha crecido de 18 a más del 30 por ciento del PIB en dos décadas, cifra que actualmente crece poco menos de medio punto porcentual cada año.
La remuneración imponible promedio en diciembre del año 2019, medida por las cotizaciones de enero 2020, alcanzó a $ 897.897.- la más alta registrada, con una variación real, es decir en pesos del mismo poder adquisitivo, de 2,3 por ciento respecto del mismo mes del año anterior. El promedio móvil de 12 meses del índice de remuneraciones reales de cotizantes, IRR-CENDA, alcanzó un valor de 116,9 con base 100 en diciembre del año 2013, experimentando una variación de 0,75 por ciento respecto del mes precedente y 2,6 por ciento respecto del mismo mes del año anterior, igual al incremento promedio del último cuarto de siglo.
El promedio de remuneraciones imponibles de las mujeres, en los últimos 12 meses a diciembre 2019, alcanzó a 88,0 por ciento de las de hombres, proporción que subió 0,1 puntos porcentuales en 12 meses. Llama la atención, sin embargo, que si bien esa proporción mejoró unos 10 puntos porcentuales en el último cuarto de siglo, recién ha recuperado el nivel logrado a mediados de la década pasada.
El promedio móvil de 12 meses del Índice Masa de Remuneraciones de Cotizantes, IMR-CENDA, alcanzó en diciembre del año 2019 un valor de 133,3 con base 100 en diciembre del año 2013, experimentando una variación de 5,6 por ciento respecto del mismo mes del año anterior, incluyendo 3,0 por ciento en su componente empleo y 2,6 por ciento en su componente salarios. Si no hay cambios en la tasa respectiva, este índice mide el incremento de la masa de cotizaciones previsionales. Ello demuestra la viabilidad del sistema de reparto puesto que este índice creció al 5,8 por ciento promedio anual en las últimas dos décadas (gráfico IMR), muy superior al crecimiento del número de adultos mayores, que alcanzó a 3,35% anual en el mismo período según el último censo de población.
La masa de remuneraciones de cotizantes en los 12 meses a diciembre del 2019 sumó 50,9.- billones de pesos de diciembre del 2013, equivalente a 31,8 por ciento del PIB estimado según IMACEI. El Índice de Distribución Primaria del Ingreso, IPI-CENDA, que mide la variación en 12 meses de la participación de la masa de salarios en el PIB a las tasas actuales de variación respectivas, y tiene valor cero cuando ambas crecen al mismo ritmo, alcanzó un nivel 0,74 en diciembre del año 2019, indicando que, a este paso, la participación de los salarios en el PIB subiría 0,74 puntos porcentuales al cabo de un año.
La proporción de la población femenina en planilla de pagos ha venido aumentando rápidamente, desde menos de un quinto hace un cuarto de siglo hasta más de un tercio en la actualidad, y ellas han sostenido el empleo general en algunos períodos de bajo crecimiento. No ha sido así en la recuperación tras el COVID, donde el empleo femenino se ha recuperado más lento que el de los varones.
Las remuneraciones de las mujeres alcanzan al 90 por ciento de las de los hombres, pero el monto de sus pensiones es un 75 por ciento de las de ellos, lo que muestra la discriminación flagrante de este método de cálculo de sus pensiones, puesto que ellas son el único grupo al que se aplica una tabla de esperanza de vida diferente.
Las mujeres ocupan un 42 por ciento de los empleos asalariados y reciben un 44 por ciento de las pensiones AFP, a pesar que constituyen más de la mitad de la población y dos tercios de la población adulta mayor, y reciben una proporción similar de las pensiones públicas.
Los empleos asalariados ocupados por mujeres representaron cerca de tres cuartos de los ocupados por hombres, y dicha proporción subió respecto del año precedente.
Los registros previsionales dibujan los contornos precisos de un pueblo trabajador no jubilado cuyo número se acerca a los doce millones de personas, y cerca de tres millones de personas jubiladas. Las primeras son muy jóvenes y bastante calificadas, y viven principalmente de los salarios que perciben cuando acceden a empleos precarios, cuyo número se acerca actualmente a los siete millones, de los que entran y salen constantemente, trabajando por su cuenta en el intertanto.
Ambos, tanto el número de personas no jubiladas que trabajan como los empleos que ocupan, crecen rápidamente y se han más que duplicado en las últimas tres décadas. La dinámica de los últimos se refleja con exactitud en la del producto interno bruto, PIB.
Las remuneraciones que pagan los empleos, donde se origina la mayor parte de los ingresos del pueblo trabajador no jubilado, promedian actualmente alrededor de un millón de pesos, poco más de mil dólares, por mes. Dicho monto ha variado poco en los últimos cinco años, pero en las últimas tres décadas se ha duplicado.
Todas estas cifras están expresadas en monedas de hoy y en montos brutos, es decir antes de los descuentos obligatorios destinados supuestamente a previsión, así como los de salud y otros.
Los tres millones de personas jubiladas, por su parte, viven principalmente de pensiones modestas, pagadas y financiadas principalmente por el Estado. El sistema AFP paga un millón y medio de pensiones y el Estado paga directamente un número similar, pero paga adicionalmente un millón y medio de complementos a pensiones civiles de todo tipo exceptuando las de reparación.
Los subsidios fiscales directos han financiado el 60 por ciento de todas las pensiones pagadas por el sistema AFP desde su creación en 1981, incluyendo más de la mitad de las que pagó en los últimos 12 meses a octubre de 2022, y el 59 por ciento de las que pagó en ese mes. Durante la primera década y media de existencia del sistema AFP, el costo de las pensiones que pagó fue cubierto con creces por subsidios fiscales, principalmente bonos de reconocimiento.
Recién a partir de 1995, el costo de estas pensiones empezó a superar levemente el monto de los subsidios directos, pero a lo largo de la siguiente década el aporte de “autofinanciado” por dicho sistema no excedió el 10 por ciento de ese costo. Sólo después de la reforma de 2008, la proporción de las pensiones AFP “autofinanciada” por ese sistema se elevó significativamente, hasta acercarse a dos tercios de las mismas en los últimos años hasta 2021. Sin embargo, tras la introducción de la PGU y otros beneficios públicos en el año 2022, la proporción autofinanciada volvió a caer, asumiendo nuevamente el fisco el financiamiento directo de la mayor parte de las pensiones AFP.
El monto de las pensiones AFP ha subido poco en las últimas tres décadas y absolutamente nada en la última década y media. Dicho monto representa así una proporción menor y sucesivamente decreciente de las remuneraciones pagadas. En la última década y media, la denominada tasa de reemplazo, es decir, la proporción corriente entre el monto de las pensiones y los salarios, se ha reducido desde 40 por ciento en 2008 a un 27,5 por ciento en la actualidad. Si se compara el monto promedio de las pensiones AFP con el promedio de las remuneraciones pagadas en la última década y media, la tasa de reemplazo promedio del período es de 30 por ciento. Si el monto promedio de las pensiones se compara con los ingresos salariales promedio percibidos por las personas hoy registradas como afiliadas activas, dicha proporción sube a 57,8 por ciento, en ese período.
Sin embargo, dado que la mayor parte de las pensiones AFP es financiada por subsidios fiscales, las mismas proporciones anteriores se reducen considerablemente si la comparación se hace con la parte autofinanciada de las pensiones AFP. La tasa de reemplazo promedio de las pensiones autofinanciadas baja a 15,6 por ciento promedio en la última década y media, proporción que se reduce a 14,6 por ciento en los últimos 12 meses a octubre de 2022 y a 10,6 por ciento en el último mes. Estas mismas proporciones aplicadas a los ingresos salariales percibidos por las personas hoy afiliadas activas, alcanzan a 30,2 por ciento, 17,2 por ciento y 10,6 por ciento, respectivamente.
Las pensiones pagadas por el sistema AFP durante las últimas tres décadas siguen una trayectoria muy diferente a las remuneraciones pagadas por los empleadores y los ingresos percibidos por las personas afiliadas activas. Si bien el número de pensiones se multiplicó diez veces en las últimas tres décadas, de 150 mil en diciembre de 1993 a cerca de un millón y medio en septiembre de 2022, su monto promedio subió sólo un 40 por ciento, desde 203.549,5 pesos (5,9 UF) por persona a 282.321,1 pesos (8,2 UF) por persona en el mismo lapso, y no ha subido nada desde fines de 2007 en víspera de la crisis subprime. Los salarios imponibles promedio, en cambio, se multiplicaron 2,3 veces subiendo desde poco menos de 450 mil hasta poco más de un millón de pesos de hoy por mes, en el mismo período (Gráfico R-1).
Las pensiones del sistema AFP han sido financiadas en su mayor parte por subsidios monetarios fiscales directos, principalmente bonos de reconocimiento (BR), garantías estatales mínimas de pensión (GEMP) y sus sucesoras, los aportes previsionales solidarios (APS) y pensión garantizada universal (PGU).
El dinero contante y sonante transferido mensualmente por el fisco al sistema AFP por esos conceptos cubrió con exceso el costo de las pensiones pagadas por éste durante su primera década de existencia y parte de la segunda y cerca de dos tercios de su costo total en todo el período.
Sólo a partir de 1995 el sistema de AFP empezó a complementar el financiamiento fiscal de estas pensiones con aportes “autofinanciados”, los que siempre ha financiado con una parte menor de las cotizaciones recaudadas
Las cotizaciones obligatorias recaudadas en enero del año 2020 alcanzaron un récord de 748.930.- millones de pesos, 6,8 por ciento más que el mismo mes del año anterior, con una tasa de cotización promedio que desde agosto 2018 subió a 12,78 por ciento. En parte ello se debe a que el número de cotizaciones por meses atrasados fue elevado en dicembre.
Adicionalmente, el fisco desembolsó en el mes 117.091 millones de pesos en subsidios monetarios directos al pago de pensiones AFP, sólo considerando 41.946 millones de pesos en bonos de reconocimiento (BR) y 75.145 millones de pesos en Aportes Previsionales Solidarios (APS) incluidos en el monto pagado en pensiones AFP de enero 2020.
En los últimos 12 meses, el monto de las pensiones AFP alcanzó un promedio de $226.636, que equivale a un 27,0% por ciento de las remuneraciones imponibles que en ese período promediaron $ 840.175.-, ambos montos en pesos del último mes por persona. Dicha pensión promedio se mantuvo respecto respecto del mismo mes del año precedente, y la tasa de reemplazo ha caído -0,6 puntos porcentuales en 12 meses y más de 13 puntos porcentuales desde el año 2005, cuando superaba un 40 por ciento. Ello se explica porque las pensiones han mantenido con pocas variaciones un monto promedio de alrededor de 8 UF por persona-mes, mientras las remuneraciones imponibles han subido más de 50 por ciento, desde entonces (gráfico TR).
En los últimos doce meses a enero del año 2020 las cotizaciones obligatorias recaudadas por las AFP fueron 2,06 veces superiores a las pensiones pagadas, es decir, permiten duplicar su monto ahorrando al fisco los subsidios monetarios directos. En ese período las cotizaciones representaron un 4,04 por ciento del PIB estimado por IMACEI y las pensiones pagadas un 1,96 por ciento del mismo.
Del monto promedio de pensiones pagadas en los últimos 12 meses a enero del año 2020, las AFP autofinanciaron —es decir, devolvieron en pequeñas cuotas a trabajadores y trabajadoras jubilados el módico ahorro obligatorio logrado a lo largo de su vida laboral, menos las comisiones y primas legales y “fantasmas”— $159.746 mensuales en promedio a cada jubilado, en pesos del último mes, lo cual cubrió un 69,3 por ciento de las pensiones promedio; el fisco cubrió el restante 30,7 por ciento con subsidios monetarios directos, es decir BR y APS. La tasa de reemplazo autofinanciada por el ahorro alcanzó a 18,7 por ciento de las remuneraciones imponibles (gráfico tasa de reemplazo).
De esta manera, el excedente neto total apropiado de hecho por el sistema de AFP, calculado como [Cotizaciones obligatorias + subsidios monetarios directos a pensiones AFP - pensiones pagadas], alcanzó en el mes un récord de 533.384 millones de pesos, que equivale al 71,2 por ciento de las cotizaciones obligatorias recaudadas.
En los últimos doce meses a enero del año 2020 y en moneda de ese mes, las cotizaciones recaudadas por el sistema de AFP sumaron 7,9 billones de pesos (poco menos de US$10 mil millones). Destinó 2,6 billones, equivalente a un 34 por ciento de lo recaudado, al pago de pensiones del sistema privado en su conjunto, incluyendo AFP y compañías de seguros. El fisco aportó 1,2 billones de pesos en subsidios monetarios directos para completar el pago total de 3,8 billones de pesos en beneficios de este sistema. Quedó así un excedente de caja en poder del sistema de AFP, de 5,2 billones de pesos, que equivalen a un 66 por ciento de las cotizaciones recaudadas. De esta manera, el sistema de AFP se apropió a perpetuidad más de dos de cada tres pesos recaudados, al tiempo que destinó un peso a “autofinanciar” su modesto aporte al pago de pensiones (cuadro 1).
En las cuatro décadas desde la creación del sistema en 1981 hasta enero del año 2020 y en moneda de ese mes, las cotizaciones recaudadas por el sistema de AFP sumaron 117,3 billones de pesos (unos US$137 mil millones). Destinó 17,5 billones, equivalente a un 15 por ciento de lo recaudado, al pago de pensiones del sistema privado en su conjunto, incluyendo AFP y compañías de seguros. El fisco aportó 30,4 billones de pesos en subsidios monetarios directos para completar el pago total de 47,4 billones de pesos en beneficios de este sistema. Quedó así un excedente de caja en poder del sistema de AFP, de 99,8 billones de pesos (unos US$117 mil millones), que equivalen a un 85 por ciento de las cotizaciones recaudadas. De esta manera, desde su creación el sistema de AFP se apropió a perpetuidad más de ocho de cada diez pesos recaudados, al tiempo que destinó dos pesos a “autofinanciar” su modesto aporte al pago de pensiones (cuadro 1.1).
En los últimos 12 meses, los excedentes apropiados de ese modo por el sistema de AFP equivalen a un 8,5 por ciento de las remuneraciones imponibles y un 2,7 por ciento del PIB medido por el IMACEI y a un 3,4 por ciento valor del fondo de pensiones que al 12 de marzo del 2020 acumula US$180 mil millones, equivalente al 80,0 por ciento del PIB (cuadro 6). La suma acumulada desde 1981 hasta enero 2020, de los excedentes netos así apropiados por el sistema de AFP equivale al 65 por ciento del valor actual del fondo de pensiones (cuadro 1.1). Sumados a otros aportes netos de afiliados y subsidios, y estimando los flujos hasta el 12 de marzo del 2020, equivalen al 71 por ciento del fondo de pensiones (cuadro 6). Cabe mencionar que desde el 18-O el fondo de pensiones ha perdido un 18 por ciento de su valor expresado en dólares, una caída de más de 34 mil millones de dólares en pocas semanas.
Ello desmiente tajantemente la propaganda engañosa de las AFP, que afirman que la mayor parte del fondo se debería a su gestión, sin descontar las comisiones y primas embolsadas por ellos, que equivalen a más de la mitad de las ganancias del fondo por variación de cuota (cuadro 6.1).
Los excedentes así acumulados crecen con los excedentes corrientes, mes a mes, año tras año, por lo cual no serán devueltos jamás. Ello se debe al “efecto Modigliani”, que consiste en que cualquier grupo de personas cuyo número y/o ingresos son crecientes, que desahorra durante la segunda mitad de su vida todo lo que ahorra durante la primera, generan en conjunto un fondo siempre creciente. Es decir, aunque cada uno ahorra cero, en conjunto generan un fondo que crece indefinidamente .
Otra forma de verlo es suponer que el fondo está conformado por alcancías con el ahorro de los afiliados. Puesto que éste es forzoso, dichas alcancias permanecen en dos corrales, uno mayor con las alcancías de afiliados activos y otro más pequeño al que se trasladan las de jubilados. Los primeros alcanzaron a 11 millones a diciembre del 2019 y los segundos a 1,4 millones, en enero del presente año. En 12 meses los primeros crecieron en 256 mil y los segundos en 289 mil, cifra que en parte se eleva por cotizaciones atrasadas de ese mes. Lo anterior es tras descontar jubilados en el primer caso, y los fallecidos en ambos. Resulta así evidente que el fondo depende del número de afiliados y crecerá siempre mientras éste crezca. El hecho que los salarios aumenten y además se obtengan ganancias solo acelera dicho crecimiento. Si se devolvieran las alcancías al jubilar el fondo seguiría creciendo al ritmo de los activos, que son los más.
El enorme y siempre creciente fondo de pensiones acumulado, que equivale ya a 20 años de cotizaciones, bien poco tiene que ver con la pensiones. Sólo sirve base de cálculo para el módico aporte de las AFP a sus mismas, las que se financian con una parte menor del dinero recaudado mes a mes en cotizaciones forzosas de los trabajadores activos. Beneficia en cambio a los operadores financieros que lo administran cobrando jugosas comisiones y primas, y a los grandes empresarios que han recibido la mayor parte del dinero allí registrado, en forma de créditos y capital accionario .
Los administradores del sistema, AFP y compañías de seguros relacionadas, se embolsaron en propiedad plena en enero del año 2020, comisiones y primas netas por un total de 154.560 millones de pesos, equivalentes a un 72,0 por ciento del aporte de las AFP al pago de pensiones del mes. Ello equivale a un 20,6 por ciento de las cotizaciones obligatorias del mes, o un 29,0 por ciento de los excedentes apropiados de hecho por las AFP, en el mes. Estas cifras han disminuido en los últimos meses debido a una fuerte baja en el número de nuevas rentas vitalicias, que es el principal mecanismo de cobros netos del sistema.
En los últimos doce meses a enero del año 2020 y en pesos de ese mes, las comisiones y primas netas embolsadas por AFP y compañías de seguros relacionadas, se elevaron a 2,0 billones de pesos, equivalentes a un 77 por ciento del aporte de las AFP al pago de pensiones. Ello equivale a un 26 por ciento de las cotizaciones obligatorias, o a 39 por ciento de los excedentes apropiados de hecho por el sistema de AFP, en el período. Es decir, los administradores se embolsan en propiedad plena comisiones y primas netas una cifra muy similar a lo que aportan al pago de pensiones, y casi la mitad del excedente supuestamente destinado al “ahorro nacional”.
En los últimos doce meses a enero 2020, las AFP cobraron 840.292 millones de pesos del último mes en comisiones de administración, equivalentes a 11,0 por ciento de las cotizaciones. Adicionalmente pagaron desde el fondo de pensiones 403.690 millones de pesos en otras comisiones por gestión de los mismos, conocidas como comisiones “fantasmas”, equivalentes a 5% cotizaciones. Las comisiones fantasmas amontan a más de un mes de pensiones por año y son casi la mitad de las comisiones de administración AFP.
Resulta impresionante comprobar que en los 12 meses a enero del año 2020 y en moneda de ese mes, las compañías de seguros que ofrecen rentas vitalicias a los afiliados AFP se embolsaron en propiedad plena poco más de 3 billones de pesos en primas únicas brutas, incluyendo comisiones respectivas, y primas de seguro de invalidez y sobrevivencia (SIS), a las que se agrega el subsidio APS aportado por el Estado al pago de pensiones vitalicias, que en conjunto representaron un 39 por ciento de las cotizaciones del período. Es decir, cerca de la mitad de las cotizaciones totales se traspasan de inmediato y en propiedad plena a las compañías de seguros que ofrecen rentas vitalicias..
Si se descuentan 2,2 billones de pesos que corresponden al total de pensiones vitalicias y cubiertas por el seguro pagadas por estas compañías, quedó en su propiedad un excedente de caja de casi 0,8 billones de pesos, que equivale a un 35 por ciento de las pensiones vitalicias y cubiertas por el seguro pagadas.
En enero 2020 el número de nuevas rentas vitalicias se redujo a 2.045 personas, cada una de las cuales transfirió un fondo de 62 millones de pesos, en promedio. A consecuencia de lo cual las primas brutas sumadas al SIS y APS se redujeron a 31 por ciento de cotizaciones. Cabe mencionar que que las aseguradoras requieren contratar unas 3.000 nuevas rentas vitalicias, cada una de los cuales les traspasa un fondo de 64,2 millones de pesos, para cubrir el pago de 187.222 millones de pesos en rentas vitalicias acumuladas, que sumadas a las pensiones cubiertas por el seguro sumaron 189.789 millones de pesos en el mes. Nuevamente registraron un flujo de caja negativo por este concepto, el que fue compensado por 82.649 millones de pesos recaudados en SIS y 15.918 millones de pesos en subsidios APS a las pensiones vitalicias, para dar un flujo positivo de 40.156 millones de pesos en el mes (cuadro 2).
Sin perjuicio de ello, en los últimos 12 meses el capital fresco ingresado por los nuevos jubilados vitalicios pagó los beneficios de todos los antiguos y quedó en propiedad de las aseguradoras un excedente de caja de 0,8 billones de pesos, equivalente a un tercio de todas las pensiones vitalicias y cubiertas por el seguro pagadas, las que sumaron 2,2 billones de pesos en el período.
Este esquema opera igual a las estafas piramidales o Ponzi puesto que los beneficios de los aportantes antiguos se pagan con el capital fresco aportado por los nuevos, embolsandose el excedente quienes operan el negocio, sólo que legalmente y en propiedad plena en este caso. El gigantesco activo que representa el enorme flujo de primas netas futuras cubre con creces el pasivo que representan las pensiones adeudadas.
Desde la creación de las AFP en 1981, las primas, únicas de rentas vitalicias y SIS, embolsadas por las compañías de seguros suman 58,3 billones de pesos, poco menos de 70 mil millones de dólares, en moneda de hoy, lo que representa un 50 por ciento de las cotizaciones del período. Las pensiones vitalicias y cubiertas por el seguro pagadas en el mismo período sumaron 30,3 billones de pesos, o poco más de 35 mil millones de dólares, en moneda de hoy. Ello arroja un excedente, o primas netas embolsadas por las compañías de seguros, de 28 billones de pesos o unos 33 mil millones de dólares en moneda de hoy (cuadro 2.1).
Este negocio beneficia principalmente a seis grandes grupos económicos propietarios de AFP y compañías de seguros, entre los cuales se cuentan los grupos económicos nacionales Consorcio Nacional de Seguros perteneciente al grupo Hurtado Vicuña, ex CORPBANCA perteneciente al grupo Saieh, absorbido por CONFUTURO de la Cámara de la Construcción tras falencia del anterior a inicios de la presente década, BICE perteneciente al grupo Matte, y Penta perteneciente al grupo Lavín/Délano, en orden descendente. Además de las transnacionales Metlife y Principal que ocupan los lugares 2 y 5 respectivamente. Estos seis grupos se han apropiado un 74 por ciento de las primas brutas transferidas a compañías de seguros desde que hay registro (diciembre 2003). En el último año esta proporción sube al 82 por ciento y el grupo Penta ha pasado al segundo lugar en empate con Hurtado, con 17 y 15 por ciento del total, respectivamente, mientras METLIFE ha pasado a primer lugar con 20 por ciento, respectivamente; en enero recién pasado, METLIFE ocupó la primera posición con un 25 por ciento del total de “primas únicas” embolsadas, seguido de Bice con 20 por ciento (cuadro 2.2).
Por otra parte, Fundación Sol ha actualizado a febrero 2019 el destino de las inversiones del fondo de pensiones, mostrando que un cuarto del fondo total está invertido en préstamos y capital accionario de empresas pertenecientes a 16 grupos económicos nacionales, encabezados por Luksic, Said, Yarur, Saieh y Matte, en ese orden; Penta ocupa el lugar 16 en dicha lista. Si se consideran el dinero que han recibido por esta vía, en conjunto con las primas brutas embolsadas por compañías de seguros de algunos de estos mismos grupos, Saieh resulta ser el grupo que más dinero ha recibido del sistema de AFP, sumando un total cercano a 3 billones de pesos por concepto de primas únicas y más de 4 billones de pesos por concepto de préstamos y capital accionario del fondo de pensiones invertido en sus empresas (cuadro 2.3).
Los cuatro grupos nacionales que controlan el negocio, Hurtado, Matte, Saieh/Cámara Construcción, y Penta, se han apropiado en conjunto de una cuarta parte de las cotizaciones totales desde la creación del sistema en 1981 por la vía de primas de seguros. Adicionalmente, empresas pertenecientes a esos mismos grupos mantienen en su poder una cuarta parte del dinero invertido por el fondo de pensiones en empresas nacionales.
El fisco destina casi un quinto de su presupuesto en financiar más de 3/4 del gasto nacional en pensiones. AFP financian emenos de 1/4 restante con un tercio de las cotizaciones corrientes.
En otras palabras, en Chile al igual que en el resto del mundo las pensiones no se pagan con ahorro sino con deuda e impuestos corrientes, lo que constituye la definición precisa de OCDE para los esquemas que despectivanente motejan "de reparto".
Adicionalmente, el Estado gastó en el mes 264.040 millones de pesos en pensiones civiles no contributivas (sin considerar exonerados, reparaciones y otras prestaciones previsionales), que incluyen 147.061 millones de pesos en pensiones del sistema antiguo y 33.493 millones de pesos en APS para complementar las más bajas de éstas, y 83.485 millones de pesos en Pensiones Básicas Solidarias (PBS); la mayor parte de estos desembolsos fiscales son subsidios monetarios indirectos al sistema de AFP, puesto que se han originado en la transición al mismo y su incapacidad de ofrecer beneficios a personas de menores ingresos.
En enero del año 2020 el Estado pagó directamente 1.203.077 pensiones civiles, es decir, un número similar a las pagadas por el sistema de AFP. Incluyendo solamente 614.054 pensiones del antiguo sistema de reparto y 589.023 pensiones básicas solidarias (PBS), sin considerar reparaciones y otras prestaciones previsionales. Considerando los subsidios aportado a las pensiones AFP, en el mes, el gasto fiscal total en pensiones civiles alcanzó a 381.131 millones de pesos, lo que representa un 64 por ciento del gasto monetario total en pensiones civiles, incluyendo las que pagan el fisco y las AFP, sin considerar reparaciones y otras. Ello significa que el fisco financia casi dos tercios del gasto en pensiones civiles.
Aparte de las pensiones civiles referidas, el fisco paga diversos bonos, planes de retiro, pensiones de reparación a víctimas de la dictadura y otras, que al igual que las anteriores se incluyen en la partida presupuestaria “Prestaciones de seguridad social del Instituto de Previsión Social (IPS), y otras que paga el Instituto de Seguridad Laboral (ISL); además de las pensiones de las FFAA y, Carabineros, Gendarmería e Investigaciones, que pagan CAPREDENA y DIPRECA, respectivamente. En el presupuesto presentado del año 2019, se considera un total de 6,14 billones de pesos, de los cuales el 68,7 por ciento se destina al IPS, un 1,1 por ciento al ISL, un 17,9 por ciento a CAPREDENA y un 12,3 por ciento a DIPRECA; es decir, las pensiones militares representan un 30,2 por ciento del gasto fiscal en pensiones.
Aplicando esas proporciones a la ejecución fiscal de la partida “Prestaciones de seguridad social” y “bonos de reconocimiento”, ambas sumadas, se puede estimar que el gasto en pensiones militares suma poco menos de 2,5 billones de pesos, en los doce meses a enero 2020 y en moneda de ese mes. El gasto total en pensiones civiles, incluyendo las pagadas por AFP, en el mismo período alcanza a poco menos de 6,7 billones de pesos y el gasto en otras prestaciones de seguridad social, que incluyen incentivos al retiro, bonos, reparaciones, etc. suma poco menos de 1,8 billones de pesos.
Lo anterior arroja un gasto total en pensiones en 12 meses, en moneda del último mes, de poco más de 10,9 billones de pesos, de los cuales el fisco aporta poco menos de 8,3 billones, es decir, poco menos de cuatro quintas partes, y el “ahorro” AFP aporta poco más de 2.6 billones, poco más de una quinta parte, que son financiados con un tercio de las cotizaciones corrientes. (cuadro 4).
En otras palabras, al igual que en todos los países del mundo, las pensiones en Chile se pagan principalmente con impuestos corrientes (reparto) y no con ahorro. La diferencia es que acá se desvía a perpetuidad a los mercados financieros, dos tercios de las cotizaciones previsionales que podrían hoy financiar pensiones dignas a los trabajadores retirados.
El sistema de "capitalización individual" resulta en la irracionalidad de endeudar al fisco hoy para ahorrar recursos que permitan solventar parte del gasto en pensiones de tres décadas más.
En efecto, el fisco "ahorra" en las AFP el excedente de las cotizaciones previsionales —cotizaciones menos aporte neto de las AFP a las pensiones—, que son uno de los tres impuestos que más dinero recauda junto al IVA e impuesto a la renta.
El monto total en subsidios monetarios derivados de la implantación del sistema de AFP resulta muy similar al monto "ahorrado" y puesto que debe ser financiado con aumento de la deuda pública, ello resulta en la irracionalidad fiscal aludida.
Precisamente por este motivo países que adoptaron parcialmente el esquema de capitalización individual —Polonia, Hungría, Rusia, Rumania, Argentina, Bolivia y Bulgaria, entre otros— terminaron con dicho experimento tras la crisis.