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A lo largo de dos siglos, las economías desarrolladas han crecido oscilando en una treintena de ciclos con período inferior a una década, los que se suceden unos a otros describiendo una trayectoria a su vez cíclica, que hasta el momento registra cinco grandes oscilaciones, la última iniciada junto con este siglo (g1). Descubiertos por el economista soviético Nikolái Kondrátiev (1925), han sido bautizados como "ciclos seculares" por John Authers (2009). 

Esos ciclos son fenómenos que afectan a grandes masas de individuos que se mueven simultáneamente en todas direcciones y sentidos,  influyéndose mutuamente hasta confluir en una u otro, claramente determinados. Se trata de movimientos pesados que no resulta posible alterar bruscamente, a lo más se puede incidir para que lenta y gradualmente alteren levemente su dirección. Afectan la actividad general de las economía desarrolladas y se reflejan claramente en el empleo, las monedas y bolsas de valores., entre muchos otros aspectos. 

Quizás la mejor manera de visualizar su manifestación en la economía mundial es observar el movimiento de las bolsas de valores y otros precios, expresados en oro para limpiar la volatilidad monetaria. De esta manera un fenómeno complejo se aprecia de manera simple, como ha escrito Authers. En efecto, Wall Street medida en oro, y el dólar visualizado cómo la cotización del oro leída al revés como recomendaban los clásicos, manifiesta una correlación muy estrecha con el empleo en ese país, por ejemplo (g2).

Authers a su vez constató que las monedas y bolsas de economías emergentes, junto a las materias primas, conjunto que bautizó como "complejo emergente", oscilan asimismo en perfecta sincronía y en fase, es decir suben y bajan juntos, con los mercados desarrollados, pero de manera amplificada. Esto último resulta en una oscilación de largo plazo, o "súper ciclo", del complejo emergente, que oscila  en sincronía pero a contrafase del ciclo secular de las economías desarrolladas, es decir, aquel sube cuando este cae y viceversa, cae cuando se recupera (g3, ver también g4, g5).

No se puede perder de vista la complejidad en que cursa este movimiento, al que se superponen otras oscilaciones, de período  más corto, que concurren simultáneamente en diversos planos, usualmente en direcciones diferentes y sentidos que pueden ser opuestos, del mismo modo como a las grandes corrientes marinas se se superponen las mareas y el oleaje. Estos últimos son los que aparecen en la superficie y usualmente son los únicos considerados al definir decisiones y políticas económicas, puesto que estas resultan eficaces en dichos planos.

Conocer la fase en que se encuentra el ciclo secular de las economías desarrolladas no permite predecir cuando ni de que profundidad será la próxima corrección de las principales bolsas mundiales, así como saber que fase cursa el súper ciclo  del cobre tampoco permite estimar su precio de los próximos meses. 

Sin embargo, ante la evidencia de un fenómeno de esta magnitud en la economía mundial, no parece sensato dejar de considerarlo al momento de apreciar las grandes tendencias económicas en curso.  Por ejemplo, el ciclo secular en curso, que se inició con el presente siglo parece haber topado fondo a fines de la  primera década y, a pesar de la profunda recaída con la pandemia, todo indica que se encuentra a medio camino de su recuperación secular. A la inversa, el súper ciclo del complejo emergente, incluido el cobre, parece haber alcanzado su máximo a inicios de la segunda década y, a pesar del importante rebote experimentado en el curso de la pandemia, que puede extenderse por varios meses, todo indica que se encuentra a la mitad de su caída secular ((g3, ver también g4, g5).